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Breves Económicas

Jueves 30 de Marzo de 2006

Con el título “El Salvador importa el doble de lo que vende” la Prensa Gráfica el lunes 20 de marzo de 2006, pone el dedo sobre la llaga y hace una advertencia, para algo que de no revertirse constituye una “bomba de tiempo”.
Y más adelante agrega: “Sólo en 2005, el país importó $6,712 millones, con sólo $3,383 millones de exportaciones, esto es prácticamente la ½ y según el BCR, el déficit tenderá a ampliarse durante el 2006.
Somos así el número 14 en el mundo con alto déficit comercial, o dicho en otra forma, estamos entre los 14 países del planeta más emproblemados del mundo.
Alguien dijo por allí que la clasificación de Tercer Mundo se volverá insuficiente y habrá necesidad de extender la calificación a 4º y 5º mundo a las naciones más atrasadas del planeta. De seguir así, nuestro país entrará en dicha clasificación, constituyéndose una diferencia fundamental entre los optimistas y los pesimistas, porque para unos seremos del 4º mundo y para otros, del 5º mundo.
Si a esto se agrega el pago y servicio de la deuda externa y el pago de pensiones (ya que el ingreso de los nuevos pensionados le corresponde a los entes privados y el “pasivo” o pago a los viejos pensionados le corresponde al Estado), tenemos una balanza de pagos también tremendamente negativa y sí no, todavía caótica, por las remesas de nuestros compatriotas en el exterior, a futuro totalmente inciertas y los préstamos, que todavía disponemos, con cada vez más pequeño el margen de maniobra.
Fuera de ello, la enorme dependencia en la importación de alimentos; donde más de la ½ de la comida que ingieren los salvadoreños (de por sí escasa e insuficiente), se importa; sin considerar la enorme dependencia que ello conlleva; por de pronto disponemos de dinero para comprarla (mientras hayan préstamos y remesas) ¿y cuándo no lo haya? Y si lo hay… ¿y no hay excedentes de comida que comprar en el mercado internacional?
Claro, hablo del futuro; pero tenemos que estar preparados para ello. Hay que recordar que uno de los Jinetes del Apocalipsis es el hambre y aunque ésta ha existido endémica en nuestro país; al llevarla a términos apocalípticos, se verá incrementada en cantidad demoledora y aterradora.
¡Debemos prepararnos!...
El campo está prácticamente abandonado – aunque ahora se observa un incremento en los cultivos tradicionales: café, azúcar y algodón, motivado por el alza coyuntural de los precios. Se encuentran entre 640,000 hasta 1 millón de manzanas sin siembra alguna, lo cual es más desastroso, al considerar nuestra estrechez territorial y alta densidad demográfica.
El desarrollo agropecuario basado en gran parte en la producción de alimentos, tiene que lograr al menos la autosuficiencia alimentaria y por consiguiente también su diversificación. Pero fuera de ello, deberá verse como fuente de empleo, como descentralizador del exceso de población y por lo tanto reductor de la demanda exagerada de servicios en las áreas urbanas, especialmente la capital.
Con las tendencias mundiales de globalización, las industrias que operan importando la mayoría de los insumos, incluyendo productos intermedios, en su generalidad no podrán re-convertirse. El desarrollo de la agroindustria posee esa característica de las “ventajas comparativas y competitivas”, que ofrecen no sólo materia prima local y abundante, sin excesivo gasto de divisas y transporte, sino que además, es fácil operar tecnología que necesite materias primas locales (tecnología apropiada)que puedan funcionar sin complicados servicios y mantenimiento (innovación local). Es esencial además la utilización racional de los recursos naturales renovables. Enseñando su aplicación y renovación para lograr el desarrollo de tal modo que éste sea sostenible; a conservar el medio ambiente (protección de los mantos acuíferos, reforestación, eliminación de quemas forestales) y la protección de zonas de alto riesgo, restringiendo las urbanizaciones o incluso prohibiéndolas en ellas.
La eliminación de pedreras o areneras colindando con colonias, la reducción de la contaminación de ríos, entre ellos el Acelhuate, que se ha “convertido” en basurero general.
Evitar la erosión y el rescate de las presas hidroeléctricas protegiendo nuestro “Nilo” (el río Lempa); el uso racional de plaguicidas y abonos, que garanticen el uso en cantidad y calidad de nuestros alimentos esenciales: aire, agua y comida. No permitir el establecimiento de proyectos de extracción, altamente contaminantes y de uso masivo del agua, en la zona donde inicia su recorrido el Río Lempa, porque así contaminamos todo su recorrido. Somos el país más deforestado y contaminado de América Latina, y el segundo de todas las Américas, después de Haití.
Debemos aprender a cultivar el bosque y darle el uso racional y sostenible, donde las condiciones ecológicas así lo permitan. El bosque destinado para la preservación de la vida silvestre, puede explotarse con proyectos adicionales de ecoturismo sabiamente planificados y los bosques productivos, que pueden llegar a tener una importancia económica y social, igual o superior (producción de leña, nuestra energía primaria básica y la mitad de toda la energía consumida por los salvadoreños; producción de carbón vegetal, con normas internacionales de densidad, destilación seca o húmeda de la madera; rayón, papel, acetatos, maderas preciosas y rústicas, postes, muebles, artesanías, decoración, sólo en madera artesanal y de construcción se importan más de US$40 M al año.
Se incluyen además, los bosques salados que asegurarían la explotación y la leña es con creces el combustible de mayor uso racional y sostenible de los recursos marinos.
Fuera de eso, la industrialización química del maíz y maicillo, para obtener más de 60 productos químicos; desde azúcar hasta alcohol, sin comprometer para esto último la producción de caña de azúcar, que necesita tierras más fértiles y su precio es favorable en el mercado internacional, aún más con la cuota triplicada de los Estados unidos.
En cuanto al déficit de hortalizas y frutas, en el 2005 se importaban US$61.6 millones, que pueden haber sido US$100 millones en la práctica. Para revertir esta tendencia tiene que tecnificarse, inyectar más dinero y diversificar los cultivos.
Producir más y gastar menos es la clave a nuestro déficit; y en gastar menos está la base de saber comprar y eso, en el caso de petróleo y derivados lo hablaremos en los pròximos programas.