Violencia e Inseguridad Ciudadana I
Miércoles 26 de julio de 2006
Nuestro querido país es tremendamente violento y los homicidios (cuyo tasa nos ha convertido en el país más violento de todas la Américas, incluyendo el Caribe); es tan sólo la punta del iceberg.
Si a esto le incluimos: el asalto callejero, el robo de vehículos o en vehículos, la quema de unidades de transporte; incluida la nueva variedad, realizada con pasajeros adentro; el robo común; el robo institucionalizado; el chantaje, la extorsión, la corrupción pública, el atraco, la violación, la corrupción de menores, la violencia intrafamiliar; la muerte por enfermedades curables; la muerte por la débil respuesta a los desastres naturales; la muerte en las carreteras; la muerte por el hambre o por deficiencia alimenticia crónica; la muerte por contaminación; la muerte por derrumbes y deslaves; los saqueos de casas; la muerte por negligencia; el crimen organizado; la muerte por encargo; las riñas; los accidentes por imprudencia con o sin drogadicción, las pandillas; la violencia política; la violencia religiosa; la violencia electoral; la delincuencia juvenil; el tráfico de drogas; el lavado de dinero; los recientes acontecimientos acaecidos el 5 de julio; las bajas en Irak; las enfermedades e incluso hasta la muerte, provocadas por la causa, económica – social, de los sectores más desposeídos, que golpea con mayor incidencia en los niños, etc, etc, etc.
Todo ello se está volviendo tan cotidiano y común, que lo aceptaríamos con normalidad, si esto se mantuviera a su mismo nivel o no variara tan rápidamente y se confinara en las mismas zonas conflictivas.
El ser humano se va acostumbrando a los hechos y luego le parece normal, lo que al principio le parecía horripilante. Sin embargo, existe conciencia de crisis por 2 factores desencadenantes, que van incluso más rápidos, que el acomodamiento humano:
1- La magnitud de cambio es increíble. La violencia en general y el asesinato en particular, altos en 2003; han aumentado, en promedio, considerablemente en el 2004, 2005 y 2006; hasta superar con creces a Colombia, un país con guerrilla activa y narcotráfico internacional.
2-Las zonas conflictivas, antes limitada a ciertas zonas tradicionalmente delincuenciales, vinculadas generalmente a zonas de pobreza, se está trasladando prácticamente a todos los puntos de la capital y a la mayor parte del país, incluyendo la nueva variable de saqueos de casas, con mayor incidencia en horas diurnas y en colonias donde viven gente acomodada.
Basta leer, el Editorial del periódico Más! del domingo 23 de julio de 2006.
“Los saqueadores andan activos”. Los amigos de lo ajeno andan activos en diferentes puntos de la capital y aprovechan cualquier descuido para meterse en las casas y saquearlas. Hay quienes persiguen a sus víctimas y las sorprenden cuando están abriendo sus casas; otros acuden a la treta de llevar flores, o se presentan como compradores de periódicos viejos o de botellas, como vendedores o para notificar que algún miembro de la familia se ha ganado un premio, e incluso se hacen amigos de las empleadas domésticas. Los vecinos deberán tomar toda clase de precauciones y tener a la mano un teléfono para avisar a las autoridades cuando vean movimientos sospechosos en sus vecindades. La delincuencia nos está ganando demasiado terreno, y aunque no sirva de mucho, hay que grabarse el número 911.
El problema se complica porque no existe la suficiente voluntad política para resolver el problema; y la que existe, no converge convenientemente para sumar aptitudes, actitudes y esfuerzos… Sabemos que en física, las fuerzas para ser sumadas totalmente, tienen que ir en la misma dirección a al menos, para que su sumatoria aumente, tienen que ser convergentes. Si dos o más fuerzas son antagónicas, es elemental que la resultante de las fuerzas combinadas, es menor, que una fuerza sola, e incluso puede llegar a ser cero, neutralizándose totalmente. La armonía es el principio básico que debe fomentarse; pero lamentablemente vemos todo lo contrario…
La armonía no nace de que todos pensemos igual – esto es antinatural y utópico – sino por la cordura y la tolerancia, que a pesar de esa divina diversidad de doctrinas y tendencias, se instituyen dando la cultura alta y amplia que pone por doquiera el equilibrio y por consiguiente, la paz. La intransigencia y la rigidez son comunes aunque nos parezcan inconcebibles.
El gran filósofo Jaspers decía. No hay libertad, ni verdad, ni justicia, cuando existe la afirmación arrogante del yo; cerrazón del alma y sordera del espíritu.
Cuando mencioné anteriormente voluntad política, muchos debieron pensar en los partidos políticos. Claro, ellos son parte esencial de la solución del problema, pero no son los únicos. Ellos forman parte importante del quehacer nacional y se constituyen como los representantes básicos de la política-partidaria.
Pero al hablar de política, a secas, entran además todos los demás sectores de la vida nacional. Política, de polis, ciudad, civilidad; como noble ejercicio ciudadano.
No existe únicamente en los partidos políticos intransigencia y rigidez, si no en todos los sectores de la vida nacional. Basta preguntar ¿Quiénes son los culpables de la problemática nacional? E inmediatamente cada sector le traslada la culpa al otro, sin considerarse en modo alguno como parte de esa culpa y por consiguiente – sin darse cuenta – eliminándose automáticamente de la solución.
Sólo los sectores involucrados, que tienen que ver con la problemática, pueden ser parte de la solución del problema; y son todos.
Así que todos somos solidariamente culpables y también todos somos parte de la solución del problema.