Independencia de El Salvador
Viernes 15 de septiembre de 2006.
El 15 de septiembre, es un día de regocijo nacional – o al menos debería de serlo – no por la vacación obligatoria de los que tienen la dicha de disponer de un trabajo renumerado, que aunque mal pagado, es mejor que no tenerlo; ni por haber caído este año día viernes, lo que ha permitido a muchos, hacer un puente temporal y disponer de 3 días consecutivos de descanso; si no, por su gran trascendencia histórica.
¿Se fueron a las playas? Se duplicaría – o al menos se asemejaría – a la forma como la mayoría del pueblo católico celebra la semana santa – diversión sin meditación; descanso sin trascendencia...
Como quiera que sea, en la playa o en la tranquilidad del hogar, este es un período obligado de meditación.
¡185 años de la Independencia Nacional!
Naturalmente todos los medios hablan de ello; de su historia y de nuestros próceres – palabra justa para definir a las personas que en 1821, lograron la Independencia de España. El diccionario define a próceres como: alto, elevado, majestuoso; o como una persona importante, noble y de elevada posición social.
Magnífica escogitación de la palabra. Porque básicamente todos los que lucharon por nuestra Independencia, o mejor dicho, de nuestra emancipación de España, eran importantes, nobles y de elevada posición social. El pueblo, así no participó. Todos eran criollos, excepto uno de ellos, Don Pedro Pablo Castillo, de extracción mestiza; pero vistiéndose como español y hablando sólo ese idioma, el diccionario lo define mejor como ladino. Por eso, es tal vez poco conocido. Todo el mundo habla de los otros, con natural demasía. En la Colonia éramos elitistas, clasistas y racistas; y parece que lo seguimos siendo. Al ex-presidente Cristiani se le preguntó hace varios años por varios próceres y contestó con fluidez sobre ellos, hasta que le preguntaron por Pedro Pablo Castillo y contestó:
No lo conozco.
Los españoles se vengaron de Judíos y Musulmanes, expulsándolos de España; confiscándoles sus tierras; haciéndoles cambiar de creencias a la fuerza; o incluso quemándoles en la hoguera. Y eso que fueron por ellos, bien tratados.
Y con las torturas de la conquista americana; los pueblos indígenas, mestizos y ladinos y luego, negros y mulatos; sin rencores ni odios racistas.
¡Eso es nobleza generosa!
Por otro lado, la Independencia se define como la “situación del individuo, Estado”, etc, que goza de libertad y autonomía o bien de la situación de una colectividad que no está sometida a la autoridad de otra.
¿Seremos así realmente independientes?; o más bien, en este mundo internacionalmente comunicado y totalmente interdependiente;
¿nos podemos al menos conformar de que somos relativamente independientes?
No podemos insistir en una independencia plena, lo que nos volvería solitarios, o únicos en el mundo. Tenemos experiencia en serlo. Claro, en situaciones no tan aplaudibles. Pero debemos definir que independencia es al menos, actuar con identidad propia; sin nacionalismos extremos, pero también sin entreguismo servil.
En su libro Escritos Políticos y Discursos el Dr. Juan José Arévalo, ex – presidente de Guatemala manifiesta:
“El 15 de septiembre de 1821, como resultado necesario de la efervescencia continental y para satisfacer aspiraciones largamente acariciadas por los criollos, esta colonia asume su propio Gobierno, a fin de convertirse en un país republicano. Tomaron el nombre de Provincias Unidas de C.A. y se consolidaron en un pacto federal.
Y más adelante agrega:
Pero los celos regionales, casi lugareños, de las zonas distantes que miraban con desagrado el predominio del Estado y de la Ciudad de Guatemala, sembraron la idea del separatismo; explotadas con fortuna por caudillos inferiores. Por otra parte, las guerras intensivas habían socavado la armonía y la unidad nacional y los Estados empezaron a proclamar su Independencia, consumándose el doloroso desmembramiento que acabó con la gran nación centroamericana; para dejar 5 pequeñas repúblicas: Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Guatemala y El Salvador; en el orden de su separación.
El Salvador, último Estado sobreviviente, se constituyó en República en Enero de 1841.
Hoy en el 2006, con un mundo cada vez más competitivo y tremendamente globalizado, tenemos que pensar ¿a dónde vamos? ¿Cuál es nuestra visión de país? ¿Qué país deseamos entregar a las generaciones futuras? Nuestra real independencia dependerá de la capacidad que tengamos para satisfacer nuestras necesidades, sin estar pendiente con la mano abierta esperando la dádiva de los poderosos; si podemos dar a nuestros conciudadanos... salud, justicia, paz, tranquilidad, alimentación, vivienda, educación, cultura, libertad, seguridad y bienestar económico...
Si mantenemos en alto nuestra estima y sabemos negociar con los poderosos; si podemos hacer lo que queramos y querer lo que nos conviene.
Hay otros 2 grandes eventos que complementan nuestra Independencia histórica: la no-anexión con México, a finales de 1824 y la liberación de los esclavos el 31 de diciembre de 1823; ya que no puede haber independencia, sin libertad.
En este 185 aniversario de la Independencia de España, en todos los medios se leen las mismas biografías y anécdotas. Yo no quiero sumar 5 minutos más, de lo mismo. Por ello, unos comentarios finales:
¿Seremos capaces de profundizar la senda del progreso, o continuaremos con esa historia generalmente desteñida? Tenemos que tener el empuje de la juventud, ese ímpetu ciego, pero poderoso. La juventud no discute sus fuerzas; sino, las ejerce y hasta las supone; y no duda, si es o no, capaz.
Y al mismo tiempo con la serenidad plena de hacer las cosas bien, a través de la experiencia: capacidad de trabajo; capacidad de lucha; posibilidad de éxito.
Sirva este día para renovar nuevos bríos y viejas esperanzas para un mundo mejor, un país – menos dependiente – que piense en su pueblo – en el entendido que pueblo somos todos; y que brinde la solución más adecuada a la problemática nacional.
Debemos recordar permanentemente lo que dijo Martín Luther King:
“Nadie se nos montará encima, si no doblamos la espalda.
El 15 de septiembre, es un día de regocijo nacional – o al menos debería de serlo – no por la vacación obligatoria de los que tienen la dicha de disponer de un trabajo renumerado, que aunque mal pagado, es mejor que no tenerlo; ni por haber caído este año día viernes, lo que ha permitido a muchos, hacer un puente temporal y disponer de 3 días consecutivos de descanso; si no, por su gran trascendencia histórica.
¿Se fueron a las playas? Se duplicaría – o al menos se asemejaría – a la forma como la mayoría del pueblo católico celebra la semana santa – diversión sin meditación; descanso sin trascendencia...
Como quiera que sea, en la playa o en la tranquilidad del hogar, este es un período obligado de meditación.
¡185 años de la Independencia Nacional!
Naturalmente todos los medios hablan de ello; de su historia y de nuestros próceres – palabra justa para definir a las personas que en 1821, lograron la Independencia de España. El diccionario define a próceres como: alto, elevado, majestuoso; o como una persona importante, noble y de elevada posición social.
Magnífica escogitación de la palabra. Porque básicamente todos los que lucharon por nuestra Independencia, o mejor dicho, de nuestra emancipación de España, eran importantes, nobles y de elevada posición social. El pueblo, así no participó. Todos eran criollos, excepto uno de ellos, Don Pedro Pablo Castillo, de extracción mestiza; pero vistiéndose como español y hablando sólo ese idioma, el diccionario lo define mejor como ladino. Por eso, es tal vez poco conocido. Todo el mundo habla de los otros, con natural demasía. En la Colonia éramos elitistas, clasistas y racistas; y parece que lo seguimos siendo. Al ex-presidente Cristiani se le preguntó hace varios años por varios próceres y contestó con fluidez sobre ellos, hasta que le preguntaron por Pedro Pablo Castillo y contestó:
No lo conozco.
Los españoles se vengaron de Judíos y Musulmanes, expulsándolos de España; confiscándoles sus tierras; haciéndoles cambiar de creencias a la fuerza; o incluso quemándoles en la hoguera. Y eso que fueron por ellos, bien tratados.
Y con las torturas de la conquista americana; los pueblos indígenas, mestizos y ladinos y luego, negros y mulatos; sin rencores ni odios racistas.
¡Eso es nobleza generosa!
Por otro lado, la Independencia se define como la “situación del individuo, Estado”, etc, que goza de libertad y autonomía o bien de la situación de una colectividad que no está sometida a la autoridad de otra.
¿Seremos así realmente independientes?; o más bien, en este mundo internacionalmente comunicado y totalmente interdependiente;
¿nos podemos al menos conformar de que somos relativamente independientes?
No podemos insistir en una independencia plena, lo que nos volvería solitarios, o únicos en el mundo. Tenemos experiencia en serlo. Claro, en situaciones no tan aplaudibles. Pero debemos definir que independencia es al menos, actuar con identidad propia; sin nacionalismos extremos, pero también sin entreguismo servil.
En su libro Escritos Políticos y Discursos el Dr. Juan José Arévalo, ex – presidente de Guatemala manifiesta:
“El 15 de septiembre de 1821, como resultado necesario de la efervescencia continental y para satisfacer aspiraciones largamente acariciadas por los criollos, esta colonia asume su propio Gobierno, a fin de convertirse en un país republicano. Tomaron el nombre de Provincias Unidas de C.A. y se consolidaron en un pacto federal.
Y más adelante agrega:
Pero los celos regionales, casi lugareños, de las zonas distantes que miraban con desagrado el predominio del Estado y de la Ciudad de Guatemala, sembraron la idea del separatismo; explotadas con fortuna por caudillos inferiores. Por otra parte, las guerras intensivas habían socavado la armonía y la unidad nacional y los Estados empezaron a proclamar su Independencia, consumándose el doloroso desmembramiento que acabó con la gran nación centroamericana; para dejar 5 pequeñas repúblicas: Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Guatemala y El Salvador; en el orden de su separación.
El Salvador, último Estado sobreviviente, se constituyó en República en Enero de 1841.
Hoy en el 2006, con un mundo cada vez más competitivo y tremendamente globalizado, tenemos que pensar ¿a dónde vamos? ¿Cuál es nuestra visión de país? ¿Qué país deseamos entregar a las generaciones futuras? Nuestra real independencia dependerá de la capacidad que tengamos para satisfacer nuestras necesidades, sin estar pendiente con la mano abierta esperando la dádiva de los poderosos; si podemos dar a nuestros conciudadanos... salud, justicia, paz, tranquilidad, alimentación, vivienda, educación, cultura, libertad, seguridad y bienestar económico...
Si mantenemos en alto nuestra estima y sabemos negociar con los poderosos; si podemos hacer lo que queramos y querer lo que nos conviene.
Hay otros 2 grandes eventos que complementan nuestra Independencia histórica: la no-anexión con México, a finales de 1824 y la liberación de los esclavos el 31 de diciembre de 1823; ya que no puede haber independencia, sin libertad.
En este 185 aniversario de la Independencia de España, en todos los medios se leen las mismas biografías y anécdotas. Yo no quiero sumar 5 minutos más, de lo mismo. Por ello, unos comentarios finales:
¿Seremos capaces de profundizar la senda del progreso, o continuaremos con esa historia generalmente desteñida? Tenemos que tener el empuje de la juventud, ese ímpetu ciego, pero poderoso. La juventud no discute sus fuerzas; sino, las ejerce y hasta las supone; y no duda, si es o no, capaz.
Y al mismo tiempo con la serenidad plena de hacer las cosas bien, a través de la experiencia: capacidad de trabajo; capacidad de lucha; posibilidad de éxito.
Sirva este día para renovar nuevos bríos y viejas esperanzas para un mundo mejor, un país – menos dependiente – que piense en su pueblo – en el entendido que pueblo somos todos; y que brinde la solución más adecuada a la problemática nacional.
Debemos recordar permanentemente lo que dijo Martín Luther King:
“Nadie se nos montará encima, si no doblamos la espalda.