Crisis Mundial en la humanidad / Ateísmo
Jueves 05 de Octubre 2006.-
Estamos observando una crisis mundial de la humanidad en su conjunto, que a pesar de los enormes progresos materiales existentes se encuentra desorientada, descontrolada, desequilibrada, egocéntrica y materialista; engreída por su “progreso” (que no es más que un desarrollo verticalista negativo) y profundamente atea (o no se cree en Dios; o no se practica la creencia en Dios, amando a nuestro prójimo); lo común de lo irreverente (irrespetuoso) o irrisorio (burla) de lo sagrado o el uso de la religión únicamente como unidad política (Europa) o compromisos sociales (América Latina).
Todo ello constituye una variante del ateísmo.
La actual civilización ha desarrollado una tecnología lo suficiente moderna para construir diversidad de formas y modos sobre nuestro planeta e incluso para destruirlo. Pero se ha descuidado de la consonancia del desarrollo con la naturaleza. Desarrolla conceptos específicos, pero se olvida de las Leyes Universales… El equilibrio entre las leyes físicas y los fenómenos biológicos es tan delicado que debe mantenerse para que no se produzca el caos total. En la carrera desenfrenada por el camino del desarrollo tecnológico se está rompiendo irreflexiblemente ese equilibrio... Fuera de ello se condiciona al ser humano a que sea esclavo de ese desarrollo. Y si a eso le agregamos la carencia tanto de valores espirituales como morales; el fomento del vicio y de la obtención de las ganancias fáciles y el ansia desmedida de “poder tener” y “tener poder” base de la mayoría de las conciencias individuales, lo que genera a su vez una conciencia colectiva débil, hace que el desarrollo se oriente fundamentalmente a fines militares destructivos; y es con posterioridad que se adapta, por razones económicas, en una situación de relativa paz, a su uso pacífico.
El deterioro lento y gradual del medio ambiente, la utilización irracional de los recursos naturales; la corrupción; la delincuencia; el hambre, la guerra, la intolerancia; la falta de respeto al derecho ajeno; la envidia, el egoísmo, la falta de principios; el aprovechamiento del fuerte contra el débil; la matanza de seres indefensos; la irresponsabilidad paternal; las injusticias; la razón desmedida de las personas y naciones en aumentar su poder a expensas del sufrimiento universal, la persecución histórica entre opresores y oprimidos; que hoy se complica, con la variante de una persecución aún mayor entre los mismos oprimidos, etc, etc.
Claro está, que la humanidad puede seleccionar su progreso, dándole orientación moral y social… En el libro de los Preceptos de Oro del Budismo Esotérico del Tibet, encontramos el siguiente mensaje: “Antes de dar el primer paso, aprende a discernir lo verdadero de lo falso, lo siempre fugaz de lo sempiterno. Aprende sobre todo a distinguir la sabiduría de la cabeza (conocimiento) de la sabiduría del alma (moral) la doctrina del ojo, de la del corazón.
Verdaderamente la ignorancia se asemeja a un vaso cerrado y sin aire; el alma es como un pajarillo preso en su interior. No gorjea ni puede mover una pluma. Mudo y aletargado queda exhausto y muere. Pero aún la ignorancia misma es preferible a la sabiduría de la cabeza, si ésta no tiene además la sabiduría del alma para iluminarla y dirigirla…
Aunque nos sintamos poderosos y aunque las grandes naciones se consideren intocables o invencibles, hay que recordar que todo tiene su compensación, su premio y su castigo. Un átomo de bien que hagáis será medido y pesado y un átomo de mal, lo será también, menciona el Sagrado Corán.
Ni siquiera un átomo deja de estar presente en la mente de Dios, que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados, como dicen las Santas Escrituras.
Estos son días de tribulación y todo pasa tan rápido que parece que los días han sido acortados.
Hay que rezar, orar y meditar. Muchos se olvidan de encomendarse a Dios permanentemente. Por esta razón, antes de emprender acción alguna, el musulmán menciona el nombre de Dios, clemente y misericordioso; para pedir su protección; recordar su fin y asegurar la inspiración de la piedad.
Pero también tenemos que trabajar y tratar de progresar, inspirándonos en bases morales y espirituales.
Jesús, el Verbo encarnado de Dios, mencionó que no sólo de pan vive el hombre. Pero mencionó el pan y en la bella oración que él nos enseñó, dirigiéndose al Todopoderoso, suplicándole: “Que el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Necesitamos trabajar para esta vida pero también para la otra y esto bellamente se resume en un hadith (dicho) del profeta Muhammad, que la paz y bendiciones sean siempre sobre él: Hay que trabajar para esta vida, como que vas a vivir para siempre, pero al mismo tiempo trabajar para la otra, como que te vas a morir mañana.
Progreso y trabajo material pero sobre bases morales; a la par de encomendarse a Dios, a través de la oración, la caridad y el ayuno.
Como dice el mensaje bíblico: Buscad el reino de Dios, y su justicia, y todas las demás cosas te vendrán por añadidura.
Si cada uno cambiara positivamente la humanidad resolvería sus problemas, los musulmanes estamos en el mes de Ramadán, el mes del ayuno.
Todo ello constituye una variante del ateísmo.
La actual civilización ha desarrollado una tecnología lo suficiente moderna para construir diversidad de formas y modos sobre nuestro planeta e incluso para destruirlo. Pero se ha descuidado de la consonancia del desarrollo con la naturaleza. Desarrolla conceptos específicos, pero se olvida de las Leyes Universales… El equilibrio entre las leyes físicas y los fenómenos biológicos es tan delicado que debe mantenerse para que no se produzca el caos total. En la carrera desenfrenada por el camino del desarrollo tecnológico se está rompiendo irreflexiblemente ese equilibrio... Fuera de ello se condiciona al ser humano a que sea esclavo de ese desarrollo. Y si a eso le agregamos la carencia tanto de valores espirituales como morales; el fomento del vicio y de la obtención de las ganancias fáciles y el ansia desmedida de “poder tener” y “tener poder” base de la mayoría de las conciencias individuales, lo que genera a su vez una conciencia colectiva débil, hace que el desarrollo se oriente fundamentalmente a fines militares destructivos; y es con posterioridad que se adapta, por razones económicas, en una situación de relativa paz, a su uso pacífico.
El deterioro lento y gradual del medio ambiente, la utilización irracional de los recursos naturales; la corrupción; la delincuencia; el hambre, la guerra, la intolerancia; la falta de respeto al derecho ajeno; la envidia, el egoísmo, la falta de principios; el aprovechamiento del fuerte contra el débil; la matanza de seres indefensos; la irresponsabilidad paternal; las injusticias; la razón desmedida de las personas y naciones en aumentar su poder a expensas del sufrimiento universal, la persecución histórica entre opresores y oprimidos; que hoy se complica, con la variante de una persecución aún mayor entre los mismos oprimidos, etc, etc.
Claro está, que la humanidad puede seleccionar su progreso, dándole orientación moral y social… En el libro de los Preceptos de Oro del Budismo Esotérico del Tibet, encontramos el siguiente mensaje: “Antes de dar el primer paso, aprende a discernir lo verdadero de lo falso, lo siempre fugaz de lo sempiterno. Aprende sobre todo a distinguir la sabiduría de la cabeza (conocimiento) de la sabiduría del alma (moral) la doctrina del ojo, de la del corazón.
Verdaderamente la ignorancia se asemeja a un vaso cerrado y sin aire; el alma es como un pajarillo preso en su interior. No gorjea ni puede mover una pluma. Mudo y aletargado queda exhausto y muere. Pero aún la ignorancia misma es preferible a la sabiduría de la cabeza, si ésta no tiene además la sabiduría del alma para iluminarla y dirigirla…
Aunque nos sintamos poderosos y aunque las grandes naciones se consideren intocables o invencibles, hay que recordar que todo tiene su compensación, su premio y su castigo. Un átomo de bien que hagáis será medido y pesado y un átomo de mal, lo será también, menciona el Sagrado Corán.
Ni siquiera un átomo deja de estar presente en la mente de Dios, que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados, como dicen las Santas Escrituras.
Estos son días de tribulación y todo pasa tan rápido que parece que los días han sido acortados.
Hay que rezar, orar y meditar. Muchos se olvidan de encomendarse a Dios permanentemente. Por esta razón, antes de emprender acción alguna, el musulmán menciona el nombre de Dios, clemente y misericordioso; para pedir su protección; recordar su fin y asegurar la inspiración de la piedad.
Pero también tenemos que trabajar y tratar de progresar, inspirándonos en bases morales y espirituales.
Jesús, el Verbo encarnado de Dios, mencionó que no sólo de pan vive el hombre. Pero mencionó el pan y en la bella oración que él nos enseñó, dirigiéndose al Todopoderoso, suplicándole: “Que el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Necesitamos trabajar para esta vida pero también para la otra y esto bellamente se resume en un hadith (dicho) del profeta Muhammad, que la paz y bendiciones sean siempre sobre él: Hay que trabajar para esta vida, como que vas a vivir para siempre, pero al mismo tiempo trabajar para la otra, como que te vas a morir mañana.
Progreso y trabajo material pero sobre bases morales; a la par de encomendarse a Dios, a través de la oración, la caridad y el ayuno.
Como dice el mensaje bíblico: Buscad el reino de Dios, y su justicia, y todas las demás cosas te vendrán por añadidura.
Si cada uno cambiara positivamente la humanidad resolvería sus problemas, los musulmanes estamos en el mes de Ramadán, el mes del ayuno.