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Joseph Ratzinger, Papa Benedicto XVI

Viernes 22 de septiembre de 2006.


Karol Wojtila, el Papa Juan Pablo II, fue un hombre excepcional. Viajó, unió a su Grey, aumentó la fe y confianza del pueblo católico; y mantuvo relaciones cordiales con todas las religiones, fomentando el ecumenismo. Sus contactos con el mundo musulmán y judío, logró restañar heridas históricas, logrando su presencia y discurso un acercamiento inimaginable. Miles de años de persecución y guerras, donde el cristianismo era generalmente el promotor, quedaron olvidados. Entró a las sinagogas; visitó las mezquitas, donde se descalzó y oró. Fue ovacionado en tierras musulmanas. Mantuvo y sostuvo un entrañable amor por la santísima Virgen María, que es básicamente el sello distintivo del catolicismo, sobre las otras iglesias cristianas. Su mensaje totus tuus, en referencia a la Virgen, recorrió el mundo entero.
Este hombre de paz, que la humanidad tanto necesita, fue así un regalo de Dios para la Iglesia Católica en especial, pero también, un regalo de Dios para la humanidad, en estos tiempos tremendamente conflictivos. Fue así un papa carismático, en toda la extensión de la palabra.
Joseph Ratzinger, el 19 de abril, 2005, reemplazó al papa Juan Pablo II, como Benedicto XVI; en una sucesión difícil. Cuando se sigue a alguien realmente grande, todos los ojos, están pendientes, en la comparación automática. Todo el mundo espera ver en el sucesor de Juan Pablo II, al continuador de su obra y expresión de su bondad y grandeza. Y para ello se necesita entre otras cosas, carisma. Juan Pablo II la tenía a raudales. Benedicto XVI, si la tiene, no la ha demostrado todavía.
El problema se complica porque el ser humano no ve valores absolutas, si no que sólo los compara. Se puede cantar bien; se puede ser un orador promedio; pero cuando en un evento un participante aceptable sigue inmediatamente a un participante realmente excepcional, su participación decrece en apariencia, al compararlo.
Claro. Esto puede subsanarse con el tiempo, o por el contrario, complicarse.
No dudamos que el Papa Benedicto XVI sea un personaje ejemplar y bondadoso. Es más, lo deseamos fervientemente. En este mundo caótico que vivimos, la humanidad necesita un dirigente de altura, que lime asperezas y conflictos y que no los cree; que disminuya el enfrentamiento y confluya y colabore decididamente en la obtención de la verdadera paz universal.
Sin embargo, algunas declaraciones del Papa Benedicto XVI, han ocasionado algunos revuelos.
Ha logrado la ira de los musulmanes, el recelo de los judíos, el temor de los cristianos y hasta un sentimiento de incomplacencia de muchos católicos.
Como se ha dicho en la Prensa Internacional y Nacional “no se trata de la primera vez que Benedicto XVI suscita incidentes diplomáticos, por sus declaraciones que los medios de Prensa han calificado de inoportunas. ¿Porqué ha dicho tales cosas? Nosotros consideramos que han sido hechas por su inexperiencia política, algo que corregirá – esperamos – a través de la experiencia. Antes de convertirse en Papa; Joseph Ratzinger, era teólogo. Su último cargo fue el de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, la sucesora benévola de la Santa Inquisición. A diferencia de su predecesor, el Papa Juan Pablo II, el Cardenal Ratzinger tenía poco contacto con el mundo exterior; eso lo hace poco consciente de las consecuencias políticas de declaraciones no calculadas.
En especial el ataque contra judíos y musulmanes de parte de dirigentes cristianos, se vuelve extremadamente sensible, especialmente cuando se toca la tecla más delicada de “violencia y guerra”, debido a la historia violenta del cristianismo sobre esas comunidades; entre ellas la expulsión y masacre de judíos en Europa (Inglaterra 1290, Francia 1240, 1306; España: 1391, 1492, 1720; Alemania: 1096, 1243, 1519; Holocausto de Hitler; etc. Matanza de musulmanes y judíos en Tierra Santa (cruzadas); expulsión de musulmanes en España: 1502; tortura, muerte en la hoguera y expulsión de judíos y musulmanes en la inquisición; masacre de musulmanes en Bosnia – Herzegovina 1995, etc, etc, etc.
Basta manifestar la defensa de un erudito español de la historia reciente sobre la Leyenda negra: “Sin duda, en la lucha contra el Islam y los judíos, se cometieron abusos; pero con todo, no se registraron ni las escenas de barbarie que los cruzados franceses, alemanes o ingleses cometieron en Tierra Santa, ni se debieron a un escenario supuestamente característico de España. El comportamiento español, no fue peor, que el de otras naciones europeas de la época”.
En cuanto a la cita que el Papa Benedicto XVI hizo negativamente sobre el Islam; según la Prensa Gráfica del lunes 18 de septiembre, el Papa expresó personalmente del domingo 17, su pesar al mundo musulmán y se declaró “sumamente afligido” por la ola de indignación, causada por una de sus citas sobre el Islam, extraída de una controversia teológica medioeval, que no expresa de “ninguna manera, su pensamiento personal”.
Nosotros aceptamos las explicaciones del Papa reconfirmadas además por las palabras del portavoz del vaticano Federico Lombardi, cuando manifiesta: el Papa Benedicto XVI respeta el Islam y busca el diálogo con otras religiones y culturas.