Desarrollo Agropecuario y Agroindustrial
Jueves 13 de Julio de 2006 .-
Los abonos fosfatados se fabrican eficientemente en el país; importando los fosfatos; obteniendo el ácido sulfúrico y produciendo los superfosfatos. Los abonos nitrogenados se importan totalmente, aunque todos pueden obtenerse utilizando el gas de la refinería – que actualmente se quema – combinándolo con el aire. Así obtendríamos: Urea, Amoníaco, Acido Nítrico, Nitrato de Amonio y sulfato de Amonio.
Fuera de ello, es importante considerar las fuentes disponibles de abonos naturales.
El nitrógeno, de contenido pobre en la zona norte, podría aumentarse con la utilización de abonos orgánicos, rastrojos y siembra de leguminosas. El magnesio, azufre y calcio (los otros macro elementos), se encuentran en cantidades aceptables normalmente en el suelo salvadoreño. El azufre y calcio pueden obtenerse, junto con el potasio, de los fluidos geotérmicos.
La obtención de fuentes naturales de fosfatos baratos, para completar la calidad de nuestro suelo, es indispensable. Estudios de estiércol de gallina (gallinaza) o el de las aves marinas, se propone, junto con el estudio de localización de fosfatos minerales en nuestro suelo (¿), pulpa de café (¿) , o harina de pescado o desperdicios (¿). Quien logre descubrir una fuente de abono fosfatado abundante y disponible en suelo salvadoreño, habrá hecho para nuestro país una contribución incalculable.
Las granjas familiares alrededor de las viviendas campesinas, podrían abastecer el mercado salvadoreño de hortalizas, utilizando técnicas adecuadas y abundante abono orgánico. Este a su vez podría obtenerse como subproducto de la obtención de metano para usos energéticos.
A pesar de que más de la mitad de las tierras salvadoreñas son aptas para los bosques, sólo el 2 ½ % del territorio nacional está cubierto de ellos. Esto da aproximadamente 500Km2, de los cuales la mitad pertenece a los manglares (bosques salados). Bosques existían en zonas hoy casi desiertas del país. Ejemplo de 2 zonas escandalosamente taladas de la Unión lo tenemos en la jurisdicción de El Carmen, Río los Almendros, Laguna de Olomega y el Cangrejillo. Lo mismo en la sección del Sauce, Anamorós y Concepción de Oriente.
La deforestación general de la zona norte (pinos y encinas) y parte de las sabanas de la zona central media se realizó en gran escala con el cultivo del añil. La siembra del algodón, especialmente de las zonas costeras, aumentó más la deforestación, incluyendo hasta la vegetación de las playas y manglares. Las lotificaciones urbanas y recreativas y el uso de madera – cada vez más escasa – como combustible – inciden negativamente en el panorama. Si ir muy lejos, observamos el Cerro de San Jacinto, casi totalmente deforestado, disminuyendo por consiguiente sus reservas de aguas subterráneas.
Otro ejemplo más reciente lo constituye la tala inmisericorde de la Finca El Espino y las próximas 55 manzanas que se piensa deforestar para ampliar un campo de golf; y la prolongación de la 75 Av. Norte. En estos casos se utilizaron 2 argumentos totalmente opuestos.
La Finca El Espino, expropiada por la Reforma Agraria, fue devuelta a sus dueños originales por considerarse “tierra urbana”; y empezada a deforestar y urbanizar, disminuyendo los mantos acuíferos y aumentando las inundaciones en las zonas bajas de San Salvador. La prolongación de la 75 Av. Norte fue considerada zona rural y por consiguiente talada con un permiso del Ministerio de Agricultura, que rige en el campo.
Fuera de ello, hay que considerar que la crisis de la leña en nuestro país, cuyo suministro disminuye rápidamente, está provocando una gran deforestación; pérdida de producción agrícola, desertización de algunas zonas; inundaciones y acumulación de cieno (elevada sedimentación en ríos, lagos y presas) y pérdida de tierras disponibles en las riberas de los ríos. La erosión en El Salvador ronda el 85%, un grado de erosión muy alto, insostenible para un país pequeño y superpoblado.
La crisis de leña, lo que se ha denominado “la otra crisis energética”, alcanza enormes dimensiones en el mundo en desarrollo.
Tanto los combustibles tradicionales como el petróleo y sus derivados se han vuelto tan costosos que pocos países pobres han podido ajustarse a los aumentos.
La mitad de la madera que se tala en el mundo, y más del 92% de la madera que se corta en el Tercer Mundo se emplea como combustible. La reforestación es la inversión productiva más lucrativa. La reforestación dá trabajo a mucha gente, requiere poco capital y produce un alto rendimiento de energía (especialmente en especies de rápido crecimiento). La reforestación puede usarse parcialmente para la satisfacción de leña del campesinado.
Se calcula en 3 millones de Tm., anuales, la madera necesaria para la cocción; distribuida en 3 partes; 1 millón para maíz; 1 millón para uso industrial (ladrillos, extracción de sal, panela, etc.) y 1 millón para otros usos culinarios, de los cuales el fríjol tiene el más alto porcentaje.
Podemos seguir enunciando innumerables ejemplos que demuestren la sencillez del desarrollo agropecuario y agroindustrial de nuestro país, pero que necesita de un enfoque diferente y de una gran dosis de buena voluntad.
No podemos seguirle apostando únicamente a los servicios; subempleo y emigración forzosa.
Muchas gracias.
Los abonos fosfatados se fabrican eficientemente en el país; importando los fosfatos; obteniendo el ácido sulfúrico y produciendo los superfosfatos. Los abonos nitrogenados se importan totalmente, aunque todos pueden obtenerse utilizando el gas de la refinería – que actualmente se quema – combinándolo con el aire. Así obtendríamos: Urea, Amoníaco, Acido Nítrico, Nitrato de Amonio y sulfato de Amonio.
Fuera de ello, es importante considerar las fuentes disponibles de abonos naturales.
El nitrógeno, de contenido pobre en la zona norte, podría aumentarse con la utilización de abonos orgánicos, rastrojos y siembra de leguminosas. El magnesio, azufre y calcio (los otros macro elementos), se encuentran en cantidades aceptables normalmente en el suelo salvadoreño. El azufre y calcio pueden obtenerse, junto con el potasio, de los fluidos geotérmicos.
La obtención de fuentes naturales de fosfatos baratos, para completar la calidad de nuestro suelo, es indispensable. Estudios de estiércol de gallina (gallinaza) o el de las aves marinas, se propone, junto con el estudio de localización de fosfatos minerales en nuestro suelo (¿), pulpa de café (¿) , o harina de pescado o desperdicios (¿). Quien logre descubrir una fuente de abono fosfatado abundante y disponible en suelo salvadoreño, habrá hecho para nuestro país una contribución incalculable.
Las granjas familiares alrededor de las viviendas campesinas, podrían abastecer el mercado salvadoreño de hortalizas, utilizando técnicas adecuadas y abundante abono orgánico. Este a su vez podría obtenerse como subproducto de la obtención de metano para usos energéticos.
A pesar de que más de la mitad de las tierras salvadoreñas son aptas para los bosques, sólo el 2 ½ % del territorio nacional está cubierto de ellos. Esto da aproximadamente 500Km2, de los cuales la mitad pertenece a los manglares (bosques salados). Bosques existían en zonas hoy casi desiertas del país. Ejemplo de 2 zonas escandalosamente taladas de la Unión lo tenemos en la jurisdicción de El Carmen, Río los Almendros, Laguna de Olomega y el Cangrejillo. Lo mismo en la sección del Sauce, Anamorós y Concepción de Oriente.
La deforestación general de la zona norte (pinos y encinas) y parte de las sabanas de la zona central media se realizó en gran escala con el cultivo del añil. La siembra del algodón, especialmente de las zonas costeras, aumentó más la deforestación, incluyendo hasta la vegetación de las playas y manglares. Las lotificaciones urbanas y recreativas y el uso de madera – cada vez más escasa – como combustible – inciden negativamente en el panorama. Si ir muy lejos, observamos el Cerro de San Jacinto, casi totalmente deforestado, disminuyendo por consiguiente sus reservas de aguas subterráneas.
Otro ejemplo más reciente lo constituye la tala inmisericorde de la Finca El Espino y las próximas 55 manzanas que se piensa deforestar para ampliar un campo de golf; y la prolongación de la 75 Av. Norte. En estos casos se utilizaron 2 argumentos totalmente opuestos.
La Finca El Espino, expropiada por la Reforma Agraria, fue devuelta a sus dueños originales por considerarse “tierra urbana”; y empezada a deforestar y urbanizar, disminuyendo los mantos acuíferos y aumentando las inundaciones en las zonas bajas de San Salvador. La prolongación de la 75 Av. Norte fue considerada zona rural y por consiguiente talada con un permiso del Ministerio de Agricultura, que rige en el campo.
Fuera de ello, hay que considerar que la crisis de la leña en nuestro país, cuyo suministro disminuye rápidamente, está provocando una gran deforestación; pérdida de producción agrícola, desertización de algunas zonas; inundaciones y acumulación de cieno (elevada sedimentación en ríos, lagos y presas) y pérdida de tierras disponibles en las riberas de los ríos. La erosión en El Salvador ronda el 85%, un grado de erosión muy alto, insostenible para un país pequeño y superpoblado.
La crisis de leña, lo que se ha denominado “la otra crisis energética”, alcanza enormes dimensiones en el mundo en desarrollo.
Tanto los combustibles tradicionales como el petróleo y sus derivados se han vuelto tan costosos que pocos países pobres han podido ajustarse a los aumentos.
La mitad de la madera que se tala en el mundo, y más del 92% de la madera que se corta en el Tercer Mundo se emplea como combustible. La reforestación es la inversión productiva más lucrativa. La reforestación dá trabajo a mucha gente, requiere poco capital y produce un alto rendimiento de energía (especialmente en especies de rápido crecimiento). La reforestación puede usarse parcialmente para la satisfacción de leña del campesinado.
Se calcula en 3 millones de Tm., anuales, la madera necesaria para la cocción; distribuida en 3 partes; 1 millón para maíz; 1 millón para uso industrial (ladrillos, extracción de sal, panela, etc.) y 1 millón para otros usos culinarios, de los cuales el fríjol tiene el más alto porcentaje.
Podemos seguir enunciando innumerables ejemplos que demuestren la sencillez del desarrollo agropecuario y agroindustrial de nuestro país, pero que necesita de un enfoque diferente y de una gran dosis de buena voluntad.
No podemos seguirle apostando únicamente a los servicios; subempleo y emigración forzosa.
Muchas gracias.