Corrupción de Aduanas
Martes 18 de Julio de 2006. -
Hemos llegado al descaro en la corrupción pública; los funcionarios se mantienen, cometiendo los mismos desmanes. Y sin necesidad de cambiar de estrategia o esconder los delitos y a pesar de las denuncias públicas permanentemente señaladas en los Medios. A veces las excusas son tan elementales, que se vuelven ofensivas. Como alguien dijo por allí: ¡Es un insulto a la inteligencia humana! El caso más reciente lo constituye la supuesta “destrucción” de una donación de medicina anticancerígena Glivec, por valor de $378 mil dólares en la Aduana terrestre.
En el MAS! del lunes.17.julio/2006, se menciona lo siguiente:
“COSTOSOS ERRORES ESTATALES”.
“Nunca antes como hoy los despropósitos que suceden en la cosa pública pueden ser ventilados públicamente.
Y en ese sentido, los medios de comunicación han jugado un papel preponderante. Pero tales esfuerzos no van a tener un efecto positivo, si hay funcionarios que hacen un sistema, del ocultamiento y la mentira y no son sancionados. Actos como la “destrucción” de las medicinas en la Dirección General de Aduana deben ser esclarecidos y se debe sancionar a los culpables, caiga quien caiga.
El argumento de que ciertos hechos deben ser ocultados para proteger el prestigio de las instituciones y del país, debe dar paso a la convicción de que las sociedades más sanas y menos enfermas son aquellas que más activamente denuncian y persiguen la corrupción y la negligencia”.
Es importante recalcar dos conceptos:
1-“Esclarecer los hechos y sancionar a los culpables”.
2-Eliminar el argumento – últimamente esgrimido por algunas autoridades en hechos de corrupción – de ocultar la verdad para proteger al prestigio de las instituciones, del país y del Gobierno.
Bien por la prensa escrita nacional, quien está tomando el liderazgo de “denunciar la corrupción y la negligencia” en la administración pública, que antes estaba en manos de la TV nacional.
El caso.
Según el Diario de Hoy del sábado 15.07.06 – A través de Max Foundation, el Hospital Rosales recibe un valioso lote de medicinas, 160 cajas de 30 pastillas cada una del medicamento Glivec, para tratar a 64 pacientes con leucemia mieloide crónica. Es de aclarar que para la leucemia mieloide aguda todavía no hay tratamiento con una toma simple de pastillas y se usa un tratamiento radical de anticancerígenos cáusticos, que se introducen directamente en la aorta a nivel cervical, ya que es la única vía capaz de soportarlo. La mitad de pacientes mueren por lo radical del tratamiento).
El Glivec para el tratamiento de la leucemia mieloide crónica es así, un gran avance porque el tratamiento es simple y efectivo. Costo del cargamento US$378,000.00
Sin embargo el medicamento es “destruido”, a los pocos días de haber sido recibido en Aduanas; sin estar vencido, ni deteriorado, ni ocupando un gran espacio y sin revisarlo.
Curiosamente todos los medicamentos que entran en la Aduana Terrestre, se revisan frasco por frasco; una operación tediosa que dura varios días; atrasa las entregas; se cobra exceso de almacenaje; se arruinan muchos empaques; se pierden algunos frascos y se cobra una multa de $50.00 por “error cuando hay menor número de frascos”, aunque se “pierdan en la revisión”.
Sin embargo, si hay un error de más, aunque se note que no es evasión, como por ejemplo una cajita de más o bien, error en la descripción, aunque sea una unidad; la multa es mucho mayor, por supuesta evasión.
Ya el Diario de Hoy en un Editorial hace algunos meses, mencionaba los problemas aduanales que se tuvo por una diferencia mínima entre el detalle de la descripción de 1 sólo juego de muebles de sala para uso particular.
La aduana terrestre se vuelve tremendamente ineficiente por exageración en el control de las mercaderías que entran al país, con mayor énfasis en los medicamentos; gravando y atrasando a las empresas; pero curiosamente en el caso del medicamento “destruido” actuó totalmente diferente, con aparente negligencia pero con oculta eficiencia. En todos los casos se actúa con exceso; pero en este, paradójicamente se actuó con defecto.
Para cualquier persona con inteligencia normal, la presunción de corrupción es evidente.
En efecto:
Según Aduanas, el envío llega el 21 de abril, vía aérea a través de un Courier y fue llevado a la bodega de Cepa. El 18 de mayo Cepa informa a la Aduana terrestre que la carga estaba abandonada en esa dependencia. Cepa no la destruye sino que avisa a la Aduana Terrestre. El 19 de mayo, la Aduana terrestre manda a recoger el paquete. “Y el 30 de mayo, sin revisar las cajas, sin ver la fecha de vencimiento; creyendo que eran muestras médicas, sin imaginarse su costo, sin preguntar a nadie; sin llamar a la Junta de Vigilancia de la Profesión Química Farmacéutica, que siempre se llama para revisar destrucciones, menos esta vez; sin pasarla para su revisión en un área aparte, como se acostumbra; sin considerar que el Ministerio de Salud Pública envió una carta para rescatar el paquete un día antes de su destrucción; sin ordenar subasta alguna, lo cual se hace cada 2 meses para cumplir con las normativas de calidad ISO 9000, y supuestamente enviado para su incineración, sin comprobante alguno. Y de casualidad, el producto supuestamente destruido es de gran valor.
¡A otros con este cuento inverosímil!
Esto es un caso de corrupción evidente. Que no se pretenda convencernos con esta excusa o al final, si no es aceptada, culpar o buscar un chivo expiatorio, un funcionario de bajo nivel, que se culpe o autoinculpe.
¡Mal por la Aduana Terrestre y bien por la prensa escrita nacional! Estaremos pendientes del final desenlace y de la buena labor de la Fiscalía y de la Corte de Cuentas.