Delitos de cuello blanco
Lunes 31 de julio de 2006
La semana pasada hablamos de la delincuencia, la criminalidad en todos sus aspectos, incluyendo su variable más tenebrosa, los homicidios y asesinatos. Naturalmente todo el mundo reconoce que son delitos, e incluso deleznables y horripilantes.
Pero cuando se trata de “simples engaños”; “delitos de cuello blanco” o “delitos por información privilegiada” inmediatamente no se ven “tan incorrectos”. El ser humano identifica el delito con la violencia aparente, no con la oculta y menos aún, con la sofisticada.
Estados Unidos, el país de la libertad económica, pero al mismo tiempo del control del delito, sí los identifica y los sanciona, con inusual dureza.
Veamos en los escándalos empresariales de los últimos años, que fue salpicada la Prensa Internacional y que todos se referían a delitos de información.
El más famoso, Enron, la compañía que se consideraba “modelo empresarial” de California. Sus delitos: Manipulación de los mercados energéticos, sociedades ocultas, balances maquillados, ganancias inexistentes, deuda encubierta y subida artificial del precio de las acciones.
Las grandes compañías fiscalizadoras, como Merrill Lynch y Smith Barney, a través de algunos de sus representantes, autorizaban balances satisfactoriamente falsos.
Sam Waksal, vendió sus acciones de Imclone cuando se encontraban a precio en alza en la bolsa de valores, antes de conocerse públicamente el informe negativo de la FDA de los Estados Unidos, al cual el tuvo acceso con anterioridad; otro caso más famoso, Martha Stewart, se deshizo de sus acciones a precios elevados al disponer de información privilegiada y anticipada y después mintió, como lo hizo.
World Com infló sus acciones, falsificando ingresos, y se logró vender espectacularmente con Time-Warner y llevó casi a la quiebra a CNN. Etc. Etc.
Estos son sólo algunos casos; y muchos ejemplos más pudieran mencionarse. Todos ellos sin embargo mantienen 2 rasgos comunes.
1- Son todos, delitos relacionados con la información. Básicamente se difundía información falsa o se ocultaba información correcta.
2- Todos fueron condenados, ya que en Estados Unidos, país de libertad económica, pero de justicia empresarial, se castiga a los culpables, aunque sean grandes empresarios.
En los países del 4º y 5º mundo y algunos del 3º; se persigue el delito cuando se trata de algo más evidente, como un cadáver o un carro robado. Pero…
¿Perseguir esta clase de de delitos? Alguien puede decir…
¡Si todas las empresas lo hacen! Además se puede castigar a los pequeños; nunca a los poderosos, ni a los privilegiados ni a sus protegidos…
En nuestro querido país, se condensa este comportamiento, en un refrán popular: “El que parte y comparte se queda con la mejor parte”. Ejemplos sobran:
Ventas de activos; valor de acciones; compras de propiedades a precios bajos antes de que se realice un desarrollo de infraestructuras que haga subir su precio; licitaciones amañadas o compras sin licitaciones; venta de sociedades; aumentos de capital, con aviso insuficiente; uso del derecho preferencial coartado, eliminando el efectivo, que es un bien generalizado y disponible; fusión de empresas; disminución de ganancias para disminuir el reparto y los impuestos de renta; aumento de ganancias para subir el precio de las acciones; gastos inexistentes; disminución de ingresos; compras onerosas; ventas inconvenientes; quiebra fraudulenta; desviación de fondos; compras de casas en terrenos no aptos para construir; deficiencia en su construcción; balances maquillados; venta de empresas insolventes, etc. Etc. Etc.
Y no se trata de que alguien con intuición, o con correcto análisis adivine la situación; sino, de tener la información privilegiada y oculta. Insider Trading, (comercio desde el interior) dicen los estadounidenses y eso es un delito.
Lo incorrecto del caso es que un grupo dirigente utilice su información privilegiada en contra del resto de socios o accionistas; dependiendo del hecho que el grupo minoritario no dispone de la información que ellos sí poseen; o de que está tan confundido, que aunque la tuviera no pudiera utilizarla; o bien, que tiene miedo y no tiene valor de enfrentarlos o bien que se crea incapaz y no podría cuestionar la pericia de los directores (sin considerar que pueden tener ciencia pero no conciencia). O en otros casos, que saque provecho adicional a cuenta de otros, de la competencia o del mismo Estado.
En Estados Unidos, los autores de estos delitos, no piensan que sus actividades privadas fueren a hacerse públicas. Hay que recordar que si bien en dicho país se castigan esta clase de delitos, esto se hace únicamente – es lógico – cuando son detectados y eso no es tan fácil.
En nuestro país, sin embargo, para esta clase de delitos, no hay conciencia, al menos para el ofensor, que haya cometido un delito. Claro, al ofendido le duele cuando se da cuenta, cuando pierde su dinero o se deteriora el bien que compró con él. Pero cuando recibe un valor, el cual generalmente es mayor que el invertido – aunque menor que el que debería ser – talvez ni se percata y hasta agradezca a “quienes le hicieron ganar”.
La moraleja debe consistir en prepararse, consultar, obtener información, abrir el entendimiento y utilizar la lógica y el sentido común.
Y no solo oír las explicaciones de los que están arriba, sino también de los que están abajo. ¡Que las leyes cambien para esta clase de delitos, eso por ahora está únicamente en el mundo de la esperanza y los sueños!