Aumento de IVA
Lunes 24 Julio de 2006.-
Nuestro querido país ha disminuido en el ranking mundial en varios aspectos. De esa forma cualquier intento de mejora en esos rubros, lo único que han logrado es hacer que el descenso sea menor. El consuelo para un optimista sería que estamos mal pero podríamos estar peor. Bien dice el sabio refranero popular: ¡Mal de muchos, consuelo de tontos!
Hemos subido varios puntos, eso sí, en nuestro desarrollo económico, aunque hemos bajado aún más en el desarrollo social. Esto significa que aunque la macroeconomía mejore, sus beneficios no llegan a las grandes mayorías, ya que el desequilibrio social ha aumentando. Esto debe ser tomado muy en cuenta por el Supremo Gobierno, porque el deterioro de la distribución del ingreso y el encarecimiento progresivo de los medios de subsistencia del pueblo, motivado por, inflación importada, poca planificación interna y malas negociaciones, pueden contribuir a caldear los ánimos y aumentar el descontento popular, lo que a su vez generaría una mayor inestabilidad política y disfuncionalidad del sistema. Debe recordarse que la política no crea condiciones; simplemente, las cataliza.
Bien por el Gobierno que no ha sucumbido a las presiones de aumentar el IVA, hasta 4 puntos porcentuales, manifestado por algunos Organismos Internacionales, sectores de la Derecha y hasta algunos personeros de la Izquierda perfumada.
El aumento del IVA produciría una debacle social; difícil de ponderar a priori, peor aún, si esto sigue a los recientes aumentos tarifarios y antes del tan mencionado – y no aprobado todavía – aumento salarial. O aún siendo después, si éste es escaso o simplemente simbólico.
La supervisión fiscal de los pequeños y medianos empresarios, no debe dar lugar al acoso fiscal, como a veces se observa. O a la presión exagerada sobre la “competencia no deseada” o sobre los “inconformes manifiestos”.
No sólo se trata de justicia social, sino de eficiencia empresarial. Dado el número siempre deficitario de inspectores fiscales; la utilización exagerada de dichos inspectores para presionar repetidamente a una empresa señalada, realizando “una cacería de brujas” debe verse también como una relación costo-beneficio; ya de que por acosar a una empresa, más allá de la normalidad, se dejan de visitar y revisar muchos potenciales evasores.
Esperamos que el nuevo Ministro de Hacienda, Lic. William Handal, tome conciencia de ello.
Además, dado el grado de necesidad de ingresos fiscales, la revisión tiene que centrarse en los grandes evasores, incluyendo las transnacionales, acostumbrados a declarar ganancias insignificantes o incluso pérdidas.
Hay que recordar que “una gota de miel puede más que un barril de hiel” y si no se dispone de la fuerza política necesaria, para presionarlas; hablando por las buenas, puede hacérseles conciencia de que declaren ganancias más lógicas; si no, las reales. Caso contrario, el país colapsará y todas las empresas perderán, incluyendo ellas.
Por otra parte el IVA es un impuesto tentador, porque es fácil de controlar, pero su aumento desproporcionado es inmoral, porque lo termina pagando el pueblo, aunque se encuentre subempleado o desempleado y sobre todo, porque incide negativamente en los medios de subsistencia, incluyendo la canasta básica, inalcanzable para las mayorías.
Alguien dijo por allí, que la canasta básica se volvió suntuaria.
La sal y la tortilla, son los alimentos básicos de nuestro pueblo. Y no es que a nuestro pueblo le guste comer salado. Es una táctica histórica del salvadoreño pobre. No es tortilla salada, sino sal y tortilla y esto es fácil de explicar: La tortilla es maíz, almidón, carbohidrato, se convierte en azúcar en el estómago (glucosa) luego glicógeno: energía. Fuera de que con agua, el almidón se hincha y llena. La sal directamente a la lengua hace que las papilas gustativas se exciten y se sienta con mayor intensidad los sabores. Así se pueden comer trazas de otros alimentos untados. Con 3 chacalines, tortilla y sal, se comen “camarones jumbo” y ½ Jaiba puede servir para comer 6 tortillas utilizando la sal.
¿Y subirle el IVA todavía a esa alimentación deficiente?
Sería una torpeza política a la par de una injusticia social.
Fuera de ello, hemos bajado en otros rubros del ranking mundial, sobre: seguridad ciudadana; déficit fiscal, deuda externa; contaminación, deforestación, etc, pero por increíble que parezca, la bajada más espectacular lo constituye, no los anteriores parámetros, sino en algo que incide en nuestro orgullo nacional, nuestro deporte principal, el fútbol.
Según noticia del Diario El Mundo, el 13.07.2006 calificada con semáforo rojo: “se desploma nuestro fútbol, El Salvador bajó 19 posiciones y quedó en el lugar 147 del ranking mundial de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), la peor posición de nuestra historia en este deporte.
El Salvador siempre se distingue, en lo bueno y en lo malo.