El Ayuno en las Religiones Monoteristas: cristianinsmo, judaísmo e Islam
Viernes 6 de octubre de 2006.
El ayuno es una práctica común a todas las religiones y junto con la oración y la caridad al prójimo son formas de adorar a Dios.
El ayuno ha sido en todas las eras y todas las naciones una práctica muy usada en tiempos de aflicción, luto y pesar; se constituye además para el mejoramiento de la condición moral y espiritual del ser humano. Su objeto además, es aprender a evitar el mal, por lo que el ayuno no significa solamente el abstenerse de comida y bebida a determinadas horas, total o parcialmente de acuerdo al rito religioso correspondiente, si no, abstenerse permanentemente de todo tipo de mal. De esa forma, la abstención de la comida o bebida, es sólo el primer paso para lograr que los creyentes se den cuenta, de que si se puede en consonancia con los mandatos divinos, abstenerse de lo que en circunstancias normales es lícito; con mayor razón, se debe abstenerse de todo aquello que siempre es ilícito. De esa forma, el ayuno es un medio práctico que lleva a la perfección del alma.
Fuera de ello, nos habituamos a sufrir tribulaciones y penurias físicas y sentimos en carne propia, los sentimientos de nuestros hermanos desposeídos, fortificando nuestra caridad.
Todas las religiones lo prescriben y muchos creyentes lo practican. Veamos únicamente las religiones monoteístas: cristianismo, judaísmo e Islam.
La práctica del ayuno cristiano, cuyo sentido ascético también está presente en el judaísmo y en la Iglesia primitiva, ha tenido dimensiones mucho más profundas y complejas que las actuales.
Actualmente su práctica a sido atenuada o incluso hasta dispensada especialmente en occidente.
Las raíces de esta práctica tal y como la conocemos hoy día, en especial del ayuno previo a la Pascua se remonta al siglo III. Pero no fue hasta el siglo siguiente cuando este ayuno se prolongaría aún más, tomando para ello como modelo el relato de Jesucristo en el desierto donde, según la tradición recogida por Mateo en el Evangelio, ayunó cuarenta días y cuarenta noches. Un número de días, el de cuarenta, de donde provienen el nombre de Cuaresma, que ya había sido consagrado por Moisés, cuando según la Biblia subió al monte Sinaí y se quedó allí por idéntico período sin comer ni beber.
La elección del miércoles de ceniza como inicio de la Cuaresma y del tiempo penitencial, fue debido a que este período no podía iniciarse en domingo, -día de alegría- según la tradición cristiana en el que –debe recordarse la resurrección de Cristo-.
Al principio, el ayuno cuaresmal llevaba consigo la abstinencia de ciertos alimentos, sobre todo la carne (exceptuando pescado y mariscos). Posteriormente la abstinencia sustituyó al ayuno y el tiempo se redujo a los miércoles y viernes de cuaresma. Y después sólo a los viernes. Algunos sólo hacen abstinencia el viernes Santo y otros, no hacen ni abstinencia ni ayuno en ningún día del año.
De esa forma el ayuno cuaresmal primitivo ha sido mejor conservado por las iglesias orientales; dado que en occidente, paulatinamente se ha ido disminuyendo las restricciones y sucediendo privilegios, mitigaciones y dispensas para permitir mayor facilidad en el culto religioso. Eso puede ser placentero; pero disminuye la mística religiosa y se pierde identidad.
A pesar que el 4to Mandamiento de la Iglesia Católica manifiesta:
“Guardar ayuno y abstinencia cuando lo manda la Santa Madre Iglesia”
Últimamente prima más, el espíritu de penitencia sobre el ayuno. De esa forma éste fue sustituido por otras formas de penitencia, como pueden ser las “obras de caridad y prácticas de piedad”, que no todos hacen.
De esa forma, se adaptó su realización atendiendo a las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles cristianos.
Así, el Código de Derecho Canónico, que es de aplicación a quienes practican la religión católica y promulgado por Juan Pablo II en enero de 1983, fija los días y tiempos penitenciales con énfasis en los viernes de cuaresma e instituye la obligación para todos los fieles de hacer penitencia a su modo.
Incluso se ha llegado a afirmar que el ayuno es algo voluntario y que puede ser tan sólo recomendable en algunas ocasiones.
En cuanto al judaísmo son 5 días al año, los que destacan en cuanto al ayuno: el 3 de Tishri; el 10 de Tevet; el 17 de Tamuz; el día del perdón: Yom Kipur y el ayuno del 9 de Av. Estos últimos, son días de ayuno completo.
El ayuno también es una característica propia del Islam y determina la abstinencia completa, no sólo de alimentos y bebidas, sino también de relaciones sexuales y de tabaco desde antes del amanecer hasta anochecer, durante todo el mes de Ramadán, esto es, prácticamente 30 días seguidos.
La obligación del ayuno incumbe a todo musulmán (hombre o mujer) que se encuentre en un buen estado físico y mental, haya llegado a la pubertad (se considera a los 14 años) y tenga capacidad de discernimiento.
Las personas enfermas, débiles o muy mayores, mujeres embarazadas, en periodo de menstruación o parto no están obligadas si bien la ley islámica prevé en determinados supuestos la figura de la compensación, que consiste en ofrecer una comida al día a un musulmán necesitado o su valor, o bien aplazar el ayuno para más adelante.
Ramadán es el noveno mes del calendario lunar musulmán. Los meses comienzan cuando es visible el primer cuarto creciente después de la luna nueva. El año en el calendario lunar es 11 ó 12 días más corto que en el calendario solar, por lo que las fechas del calendario musulmán se desplazan permanente sobre el calendario gregoriano, de uso general.
Actualmente los musulmanes estamos celebrando el ayuno en el mes de Ramadán del año 1427 de la Hégira, que comenzó el 24 de septiembre y terminará el 23 de octubre de 2006.
El ayuno ha sido en todas las eras y todas las naciones una práctica muy usada en tiempos de aflicción, luto y pesar; se constituye además para el mejoramiento de la condición moral y espiritual del ser humano. Su objeto además, es aprender a evitar el mal, por lo que el ayuno no significa solamente el abstenerse de comida y bebida a determinadas horas, total o parcialmente de acuerdo al rito religioso correspondiente, si no, abstenerse permanentemente de todo tipo de mal. De esa forma, la abstención de la comida o bebida, es sólo el primer paso para lograr que los creyentes se den cuenta, de que si se puede en consonancia con los mandatos divinos, abstenerse de lo que en circunstancias normales es lícito; con mayor razón, se debe abstenerse de todo aquello que siempre es ilícito. De esa forma, el ayuno es un medio práctico que lleva a la perfección del alma.
Fuera de ello, nos habituamos a sufrir tribulaciones y penurias físicas y sentimos en carne propia, los sentimientos de nuestros hermanos desposeídos, fortificando nuestra caridad.
Todas las religiones lo prescriben y muchos creyentes lo practican. Veamos únicamente las religiones monoteístas: cristianismo, judaísmo e Islam.
La práctica del ayuno cristiano, cuyo sentido ascético también está presente en el judaísmo y en la Iglesia primitiva, ha tenido dimensiones mucho más profundas y complejas que las actuales.
Actualmente su práctica a sido atenuada o incluso hasta dispensada especialmente en occidente.
Las raíces de esta práctica tal y como la conocemos hoy día, en especial del ayuno previo a la Pascua se remonta al siglo III. Pero no fue hasta el siglo siguiente cuando este ayuno se prolongaría aún más, tomando para ello como modelo el relato de Jesucristo en el desierto donde, según la tradición recogida por Mateo en el Evangelio, ayunó cuarenta días y cuarenta noches. Un número de días, el de cuarenta, de donde provienen el nombre de Cuaresma, que ya había sido consagrado por Moisés, cuando según la Biblia subió al monte Sinaí y se quedó allí por idéntico período sin comer ni beber.
La elección del miércoles de ceniza como inicio de la Cuaresma y del tiempo penitencial, fue debido a que este período no podía iniciarse en domingo, -día de alegría- según la tradición cristiana en el que –debe recordarse la resurrección de Cristo-.
Al principio, el ayuno cuaresmal llevaba consigo la abstinencia de ciertos alimentos, sobre todo la carne (exceptuando pescado y mariscos). Posteriormente la abstinencia sustituyó al ayuno y el tiempo se redujo a los miércoles y viernes de cuaresma. Y después sólo a los viernes. Algunos sólo hacen abstinencia el viernes Santo y otros, no hacen ni abstinencia ni ayuno en ningún día del año.
De esa forma el ayuno cuaresmal primitivo ha sido mejor conservado por las iglesias orientales; dado que en occidente, paulatinamente se ha ido disminuyendo las restricciones y sucediendo privilegios, mitigaciones y dispensas para permitir mayor facilidad en el culto religioso. Eso puede ser placentero; pero disminuye la mística religiosa y se pierde identidad.
A pesar que el 4to Mandamiento de la Iglesia Católica manifiesta:
“Guardar ayuno y abstinencia cuando lo manda la Santa Madre Iglesia”
Últimamente prima más, el espíritu de penitencia sobre el ayuno. De esa forma éste fue sustituido por otras formas de penitencia, como pueden ser las “obras de caridad y prácticas de piedad”, que no todos hacen.
De esa forma, se adaptó su realización atendiendo a las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles cristianos.
Así, el Código de Derecho Canónico, que es de aplicación a quienes practican la religión católica y promulgado por Juan Pablo II en enero de 1983, fija los días y tiempos penitenciales con énfasis en los viernes de cuaresma e instituye la obligación para todos los fieles de hacer penitencia a su modo.
Incluso se ha llegado a afirmar que el ayuno es algo voluntario y que puede ser tan sólo recomendable en algunas ocasiones.
En cuanto al judaísmo son 5 días al año, los que destacan en cuanto al ayuno: el 3 de Tishri; el 10 de Tevet; el 17 de Tamuz; el día del perdón: Yom Kipur y el ayuno del 9 de Av. Estos últimos, son días de ayuno completo.
El ayuno también es una característica propia del Islam y determina la abstinencia completa, no sólo de alimentos y bebidas, sino también de relaciones sexuales y de tabaco desde antes del amanecer hasta anochecer, durante todo el mes de Ramadán, esto es, prácticamente 30 días seguidos.
La obligación del ayuno incumbe a todo musulmán (hombre o mujer) que se encuentre en un buen estado físico y mental, haya llegado a la pubertad (se considera a los 14 años) y tenga capacidad de discernimiento.
Las personas enfermas, débiles o muy mayores, mujeres embarazadas, en periodo de menstruación o parto no están obligadas si bien la ley islámica prevé en determinados supuestos la figura de la compensación, que consiste en ofrecer una comida al día a un musulmán necesitado o su valor, o bien aplazar el ayuno para más adelante.
Ramadán es el noveno mes del calendario lunar musulmán. Los meses comienzan cuando es visible el primer cuarto creciente después de la luna nueva. El año en el calendario lunar es 11 ó 12 días más corto que en el calendario solar, por lo que las fechas del calendario musulmán se desplazan permanente sobre el calendario gregoriano, de uso general.
Actualmente los musulmanes estamos celebrando el ayuno en el mes de Ramadán del año 1427 de la Hégira, que comenzó el 24 de septiembre y terminará el 23 de octubre de 2006.