Análisis sobre las Elecciones
Lunes 13 de Marzo de 2006
Las elecciones se realizaron el domingo 12, terminando así la etapa de la plítica partidista.
Tiempo habrá para restañar heridas, de recontruir puentes, disminuir distanciamientos; encontrar aunque sea, puntos tangenciales entre elementos dispares y buscar el entendimiento mínimo, que permita coexistir, conciliar y cooperar en la búsqueda del bien común.
Dentro de ese cúmulo de diferencias, deben encontrarse – porque también los hay y son más abundantes de lo que la gente supone, puntos de concordancia, con el objeto de buscar soluciones comunes, para problemas puntuales. El Gobierno central debe trabajar de la mano con los Gobiernos municipales y los otros poderes del Estado, no importa la afiliación política de las Alcaldías o bien, la tendencia ideológica de los funcionarios de turno.
El Presidente del COENA, tiene que olvidarse de la campaña y volver a retomar su papel de Presidente de todos los salvadoreños. Y también la oposición, tanto a nivel de partidos como en los Gobiernos municipales y en la Asamblea Legislativa, deben comprender que las elecciones del 2006 que a trabajar conjuntamente en la solución de la problemática nacional.
Debe entenderse que la crítica tiene que ser constructiva o al menos instructiva y que ellas, a la par de la autocrítica, son sumamente positivas.
Debe evitarse así la crítica destructiva o la desinformativa. Nuestro país no puede seguir cargando nuevas negatividades.
Estamos en un momento crítico de la realidad nacional, anulado por las tendencias negativas del tercer mundo; las presiones internacionales y la sumatoria de actuaciones negativas históricas.
A ello se agrega, sin entrar en un espiritu apocalíptico, los desastres naturales aumentativos en calidad destructiva y cantidad devastadora y la frágil infraestructura física y lenta capacidad d respuesta humana, para hacerle frente tanto a la actividad física directa de los mismo, como a sus consecuencias.
Y los desastres naturales tan solo son un factor de las negatividades. Aunque Dios se apiade de nosotros y no nos mande una hecatombe; no nos encontramos a salvo: el hambre, la delincuencia, las pestes (naturales y o artificiales), la contaminación desbordante, la crisis económica, los combustibles, la deuda externa, el desempleo, etc. Se encargarían, si bien en forma más lenta, pero igual de segura, de seguir retrocediendo en nuestras condiciones de vida.
¡Que Dios nos ayude!
Pero el rogar a Dios que es fundamental, debe complementarse con nuestro trabajo.
A Dios rogando y con el mazo dando. – dice el sabio refranero popular – sin embargo, se complica con la especial apatía de la sociedad civil y la simpleza evasiva de solucionar los problemas, echándole la culpa al otro.
La culpa la tiene el Gobierno puede decirse, pero eso es tan sólo una verdad a medias. Todos somos y hemos sido solidariamente culpables.
El pueblo salvadoreño se siente solo y en ofrenda constante y sacrificio permanente. Nos invade siempre un grave pesimismo que se transmite en un silencio agobiador o en manifestaciones públicos, a veces violentas.
Tenemos que empezar a trabjar conjuntamente desde las diferentes trincheras: Gobierno, Oposición, Gremiales empresariales, Asociaciones profesionales, Organismos gubernamentales, Universidades, Iglesias, Organizaciones laborales, Medios Publicitarios, Colegios, Académicos, Técnicos, Sociedad civil, etc.
Si somos consecuentes y perseverantes tendremos fuerza. Debemos recordar sin embargo, que la debilidad no consiste sólo en la ausencia de fuerza; si no que también en la falta de conciencia de tenerla o en la falta de valor para ejercerla. Tenemos que preparamos y superamos. Somos responsables ante Dios, la Patria y nosotros mismos por mantener los bienes que forman el presente y superarlos, para mejorar la herencia que hemos de dejar a las generaciones futuras.
Debemos recordar que si bien el hambre y la miseria, agravado con la incultura y la ignorancia, pueden hacer serviles a los pueblos, no hay nada más deprimente que el servilismo de la inteligencia. Debemos poner a nuestro País en el vértice, como decía Rousseau, el punto convergente de todas nuestras luchas, ideales y esfuerzos, no basta saber que hay compatriotas que están mal. Es necesario que eso sea para nosotros un problema personal. No es posible aislarse y mantenerse egoísta, mientras nuestro Pais retrocede y sobre todo nuestro pueblo se empobrece, aumentando el número de salvadoreños emproblemados o incluso hundidos en la miseria. Tenemos que presentar soluciones a la problemática nacional.
Necesitamos – y tenemos que insistir en ello – que todos los Miembros del Gabinete, Alcaldías y demás Orgános del Estado, manifiestan capacidad y dedicación, a la par de una incorruptible moral y una profunda sensibilidad social.
Los que estamos afuera del Gobierno – los ciudadanos comunes – estaremos vigilantes. Se los prometo y ratifico.