Un futuro incierto para El Salvador
Miércoles 16 de Mayo de 2007.
Nuestro país ha subido en el ranking mundial económico; para bajar, incluso en mayor proporción en el desarrollo social. Para tratar de disminuir esta tendencia, necesitamos vivir una dimensión real de fraternidad o al menos de solidaridad.
Los salvadoreños somos por naturaleza individualistas y mantenemos el principio de “sálvese quien pueda”; pero la crisis mundial que se avecina, nos hará recapacitar y quizás cambiar; no tanto ¡como todos para uno y uno para todos! pero al menos, ser un poco más solidarios.
Muchos consideran que los años críticos ya pasaron y viene ahora un nuevo ciclo de paz, tranquilidad y progreso, basado en la aceptación popular de que “después de la tempestad, viene la calma”.
No dudamos que ha habido problemas y efervescencia política en los años anteriores; pero si se comparan con los que suponemos están por venir; tal parece que acabamos de pasar la calma y el ciclo que se aproxima, sería por consiguiente la tempestad.
…La época de la tribulación bíblica ya empezó y las copas han sido derramadas. Alguien puntualizó que la tribulación empezó el 26 de diciembre del 2004, con el Tsunami que azotó el Océano Indico y asoló varios países asiáticos. Otros están esperando ser arrebatados. Nosotros consideramos que lo que Dios hará con los creyentes es que los confortará y les dará refugio y fortaleza. Las raíces semíticas de arrebatar y confortar son tan parecidas, que pueden resultar iguales para un traductor no muy avezado en hebreo, árabe o arameo-
Si nos preparamos espiritual y materialmente, las tragedias serán absorbidas y sobrellevadas. Seremos así, confortados…
Cuatro son los Jinetes del Apocalipsis: La guerra, el hambre, la peste y la destrucción.
No mata en abundancia todavía, porque nuestro querido país todavía no lo hemos convertido en desierto. Aunque nos encaminamos a él, a pasos agigantados. Somos hoy el país más deforestado de América Latina y hay planes - esperamos que no se permitan – para aflojar los controles del Ministerio del Medio ambiente y Recursos Naturales de por sí deficientes.
La peste, con sus enfermedades históricas, como las diarreas e infecciones respiratorias agudas; otras más recientes y otras próximas a venir, agravados con la escasez de medicamentos y disminución de presupuestos para ello.
Y la destrucción; la naturaleza incrementada: terremotos; inundaciones, huracanes, los elementos descontrolados: fuego, aire, agua y tierra combinados; y con viviendas construidas en zonas de riesgo, y con pseudos-viviendas construidas con materiales inapropiados por un pueblo que se conforma con ellos, porque peor es nada. Y con nuestra débil respuesta a las catástrofes... Una pequeña inundación nos pone boca arriba; una grande, fácilmente nos pondría boca abajo.
¡Que Dios nos proteja!...
Por otro lado los problemas políticos: Desempleo por un lado y delincuencia por el otro; y en medio problemas económicos con la pasividad de amplios sectores de la población.
…
¿Esto significa que tenemos que permanecer estoicos y silentes a todo lo incorrecto que veamos, para ganarnos el privilegio de ser tolerados?...
Y la polarización cada vez más acentuada de los partidos políticos mayoritarios.
Fuera de ello, a pesar de que la macroeconomía se mantiene aparentemente estable; las condiciones microeconómicas del pueblo trabajador y peor aún del pueblo subempleado y desempleado se deterioran continuamente, con el encarecimiento de la canasta básica, imposible de obtener con menos de 3 ó 4 salarios mínimos, hasta el punto que siendo tremendamente básica, se volvió totalmente suntuaria.
El panorama a futuro se complica, por que las fuentes que mantienen la micro-economía a flote: emigración a los Estados Unidos y permanencia de las remesas, están siendo tremendamente combatidas, perjudicando el mantenimiento de los salvadoreños que ya viven en EU en situación de ilegalidad o semi-ilegalidad y complicando el flujo de una nueva emigración; y por el otro lado, el comercio informal, que de acuerdo al cumplimiento de las leyes secundarias, lo convirtieron en un comercio ilegal.
Si la defensa de nuestros hermanos en el exterior es mínima, ya que el Gobierno no tiene mayor incidencia (aunque esperamos que la salvadoreñidad – unida a ese gran latinidad – se manifieste colectivamente y haga auto-defender sus derechos… el comercio informal sí compete y es de responsabilidad nacional, encontrarle una solución justa y sensata.
En el próximo programa tocaremos este último punto, si Dios nos lo permite.