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Enseñanzas de la Iglesia Católica.

JUEVES, 24 DE MAYO DE 2007.

No hay duda de que la Iglesia Católica es una gran religión y merece todo nuestro respeto y cariño; aún no siendo católicos: Dios nos quiso hacer diferentes; y ante su infinita grandeza y comprendiendo nuestras limitaciones, nos dio diferentes caminos para llegar a él. La Iglesia Católica es uno de ellos. Como musulmán creyente, mantengo firme mi fe, pero acepto con naturalidad que otros piensen diferente. Mantenemos eso sí, una cercanía especial con los pueblos del libro (Ájel – al – kitáb): judíos y cristianos, incluyendo en estos últimos, por supuesto, a los católicos. Es una obligación para un musulmán (Sura 2 versículo 4) creer en la revelación dada al Profeta Muhammad (el Sagrado Corán), pero no se podría ser musulmán reconociendo solo al Corán, si no que tenemos que aceptar como verdaderas las revelaciones anteriores, como el Evangelio (el inyil) de Jesús; la Torá de Moisés y los Salmos de David.

De esa forma los 10 mandamientos de Moisés, son de aceptación islámica, a la par de los 5 que prescribe el Corán, reconocidos como pilares (la Shajada o testimonio de fe; la oración o salat; la limosna o Zakat; el Zaum o ayuno en el mes de Ramadán; y el Jayy o peregrinaje). La iglesia católica también prescribe 5 mandamientos de la Iglesia, a la par de los 10 de Moisés ¿Saben los televidentes católicos cuales son? Para satisfacer la curiosidad de algunos o la ratificación de otros, estos son:

1- Oír misas entera todos los domingos y fiestas de guardar.

2- Confesarse por lo menos una vez al año.

3- Comulgar en pascua florida.

4- Guardar ayuno y abstinencia cuando lo manda la Santa Madre Iglesia.

5- Dar diezmos y primicias a la Iglesia de Dios.

Las enseñanzas de Jesús, son también islámicas: sus bienaventuranzas, su Dios –nuestro – Alahumma-, o sus variables vocálicas en los idiomas semíticos), traducido al griego y latín como Padre Nuestro, con esa influencia Bizantino – Romano a nuestro parecer, contaminante); su ejemplo, su vida, sus milagros, son fundamentales para todo buen creyente islámico). Sabemos que las revelaciones mencionadas, al igual que el Corán, provienen de Dios; y si los musulmanes utilizan preferentemente el Corán es únicamente porque se encuentra intacto, sin cambio alguno, ni siquiera una letra, un signo o un punto, y las otras, sin negar en modo alguno su revelación divina, no poseen los originales y por consiguientes las copias existentes no se pueden confrontar.

Algunos cristianos consideran equivocadamente que Jesucristo es exclusivo de ellos. ¡Tremenda equivocación! Los musulmanes lo reconocemos como el verbo encarnado de Dios (Para los musulmanes el verbo estaba con Dios y el verbo era de Dios, no del Arcángel Gabriel, que era únicamente el mensajero. Era de Dios; no era Dios. Dios no es simplemente un verbo; es el Todo, el Infinito, el Creador. Y no podemos ni siquiera imaginárnoslo; mucho menos “ponerle un rostro humano”.

Esta especial cercanía con el Judaísmo y el cristianismo, no nos impide tener también la amplitud necesaria para aceptar a todas las otras religiones, aunque tengan una creencia distinta en Dios.

No podemos pensar como es Dios, siendo infinito, desde nuestra inteligencia finita. Esto sería una contradicción teológica, pero también científica. Al imaginarnos a Dios, estamos al menos, considerando 2 Dioses: Dios, como es en la realidad y Dios, como lo imaginamos… por eso el musulmán al orar o al rezar, al no poder ver a Dios, piensa que Dios lo ve. Esto puede parecer difícil para alguien no acostumbrado a este tipo de adoración o meditación, pero con facilidad se puede acostumbrar a ella.

Pero ¿Quiénes somos para desautorizar a otros? Tampoco podemos juzgar y condenar a nadie; ya que esto es únicamente autoridad de Dios.

La especial tolerancia con otras religiones y el ecumenismo más acentuado de los últimos tiempos, lo encontramos en su Santidad Juan Pablo II, un regalo de Dios para la Iglesia Católica. Su acercamiento religioso, no sólo con otras religiones cristianas, si no también con otras confesiones religiosas, en especial con el Judaísmo y el Islam, fueron absolutamente conmovedoras. Con su humildad característica, algo que sólo puede ir unido a la grandeza, rompió barreras, construyó puentes y rompió todos los resentimientos históricos. En su libro Cruzando el Umbral de la Esperanza manifestó: con respecto a los judíos: el judaísmo es la religión más cercana a nosotros: la del pueblo de Dios de la Antigua Alianza; y con respecto a los musulmanes: la Iglesia Católica mira también con afecto a los musulmanes que adoran al único Dios, vivo y subsistente, misericordioso y todopoderoso; Creador del cielo y de la tierra. Gracias a su monoteísmo, los creyentes en Alá son para nosotros, particularmente cercanos.

El 12 de marzo del 2000, el entonces Papa Juan Pablo II vestido con traje penitencial en la Basílica de San Pedro, pidió un histórico perdón en nombre de la Iglesia Católica, por las culpas pasadas y presentes realizadas, contra las religiones y contra las etnias, incluyendo a las Comunidades indígenas (pueblos originarios) y a las comunidades afro-americanas.

Desde su ascenso a finales de 1978 el Papa Juan Pablo II, mostró un espíritu de amplitud y tolerancia. Y sobre todo una profunda veneración por la Santísima Virgen María, eso lo manifestó desde su primera encíclica promulgada el Domingo 4 de marzo de 1979, menos de 5 meses después de su instalación como Papa: Redemptor Hominis , sin ser dedicada a la Virgen María, lo que haría después, incluye en ella, un patrón que regirá toda su escritura encíclica. Se enfoca en la Virgen María en la selección final. En particular, invita a la Iglesia (es decir a todos los fieles católicos) a tomar a María, como madre y modelo a seguir, en pro de la felicidad del mundo.

Su Totus Tuus, todo de María, es el lema elegido para su pontificado. La reactualización de la devoción mariana, en fiel continuidad con la tradición católica.

Sin embargo, desde la instalación como Papa de Benedicto XVI, ha habido un cambio, al menos aparente, del comportamiento del Vaticano, con declaraciones del Papa, que han causado polémicas y que han perjudicado, suponemos sin querer, el trabajo, logrado por su Santidad Juan Pablo II ¿Será inexperiencia o será preludio de un cambio radical al interior de la Iglesia Católica?

Con el debido respeto, pero sin esconder la verdad, o al menos, con la sinceridad manifiesta en nuestro punto de vista, aclararemos estos conceptos en le próximo programa, si Dios nos lo permite.