Día de las madres
JUEVES, 10 DE MAYO DE 2007.
…Este día, 10 de mayo, se celebra el día de
Ser madre es el más extraordinario don, el más honroso. Decir madre es manifestar el más sagrado amor que Dios creó, es cosa de Dios sólo para mujeres, sin tizne de hombre. Decir madre es un anticipo de la creación, un temblor de profecía, una integración, con el alma de las cosas, a las fuerzas universales; y toda ella; comprensión y amor; es acercarse a Dios.
En la madre, el sacrificio y el amor se enlazan entrañablemente como virtudes supremas: es la dedicación plena en el cuido de su hijo, con naturalidad exquisita, sin artificios, sin sutilezas rebuscadas, sin posturas calculadas.
El amor de la madre es más grande que cualquier otro sentimiento humano; es luz del sentimiento y pureza de la acción…
Tenemos que reconocer que para ser madre, se tiene que ser mujer; de allí que toda mujer, aún sin ser madre, está condicionada genéticamente a ello; por eso es que la mujer, evidentemente es una versión mejorada y corregida del ser humano; con la intuición, capaz de proteger a su hijo, estando más cerca del porqué de las cosas, develando el misterio que se oculta tras las apariencias.
…Esa mayor capacidad de amar; ese corazón más puro y los sentimientos más nobles, que constituyen el alma de la mujer; la capacidad del dolor, para soportar la gestación y el parto; y aúnado con el amor, gozar aún así el nacimiento de su hijo; y repetir la proeza.
La madre merece un sitial de honor en el altar del reconocimiento público de
Aún en sociedades patriarcales del Medio Oriente el amor de la madre está por encima de cualquier otro sentimiento.
El Profeta Muhammad – que la paz y bendiciones sean siempre sobre él – reconoció que el paraíso se cobijaba bajo las sombras de las madres y al preguntarle a quien debemos querer más en
¿Qué pasaría en sociedades mayoritariamente constituidas por padres irresponsables?
…En esa doble dimensión de su maternidad y del esfuerzo por mantener, cuidar, proteger y proveer – casi sola – la mayoría de los hogares salvadoreños – nuestro especial saludo y reconocimiento público, que tiene que ser más que sólo eso, esto es, profundo respeto y entrañable veneración…
El Salvador está basado en la preeminencia femenina. En nuestro país, el 78% de los hogares están constituidos por un claro matriarcado. Es la mujer – sola; la mujer –esposa; la mujer-hija; la mujer-hermana; pero sobre todo, la mujer-madre o más aún, la mujer madre-padre, ya que muchas veces el padre no aparece o bien éste es irresponsable, o responsable a medias.
En esta sociedad convulsa y violenta, carente de los valores morales, de la solidaridad, hermandad y respeto a nuestros semejantes, lo único que va quedando como reserva moral es el amor de la madre. Es lo que mantiene incólume nuestra nacionalidad, Es lo que impide que nuestro país toque fondo.
Pidámosle a Dios la protección de las madres salvadoreñas y de las madres del mundo.
Dios en su infinita misericordia nos da su amor y una de las formas de hacerlo, es darle ese toque divino a las madres, que más allá del verdadero sentido humano, nos derraman el amor y las bendiciones de Dios, a través de ellas.
Cuando vemos la creación de Dios o la evolución científica, que no es más que la misma creación de Dios a través del tiempo, vemos que cada creación posterior viene más evolucionada que la precedente. ¡Y Dios finalmente hizo al hombre y comprendió que era su mejor obra en la tierra!…
Pero después creó a la mujer. Viniendo después, vino más evolucionada. Una nueva versión debidamente revisada, corregida y aumentada.
Con una finura exquisita; una espiritualidad más elevada; una responsabilidad manifiesta, constante y permanentemente; una sensibilidad más acentuada y una enorme capacidad de amar; ya que la mujer está condicionada para la maternidad – y el amor más grande que existe, es el amor de la madre; y la mujer – aunque no sea madre, está condicionada para serlo.
Así que aún no siendo madre está latente e intacta su capacidad de amar.
…La palabra es espejo del pensamiento y del corazón; pero la dimensión del amor de la madre, supera a cualquier elogio y su amor trasciende cualquier otro sentimiento humano, por más sublime que sea.