¿Dependencia o sumisión ante los Estados Unidos?
Miércoles 9 de mayo de 2007.
La política salvadoreña, no ha sido una política simplemente amigable con los Estados Unidos, sino más bien sumisa. Y no se trata de una política reciente. Ha sido la tónica de todos los Gobiernos salvadoreños, desde lo que nosotros llamamos Independencia. Casos demostrativos sobran; mencionaremos únicamente algunos:
1- Luchamos por no ser anexados por México, pero no por una actitud de independencia, ya que añoramos en ese mismo tiempo ser absorbidos por los Estados Unidos. En efecto, en enero de 1822, a escasos meses de ser declarados independientes de España, se decretó en Guatemala la anexión de Centroamérica a México, con lo cual nuestro País manifestó su desacuerdo, desatándose un conflicto armado. El 5 de diciembre de 1822, un recién formado Congreso salvadoreño decretó la anexión unilateral de nuestro país a los Estados Unidos de América. Manuel José Arce junto a Juan Manuel Rodríguez fueron a Washington a negociar el decreto de anexión. Seguimos independientes simplemente porque Estados Unidos no nos quiso. Nuestros próceres ofrecieron a nuestro país en bandeja de plata – algo que continuamente hacemos – pero al menos en ese momento, nos rechazaron.
2- El 28 de abril de 1865, siendo presidente de la República el Dr. Francisco Dueñas, la bandera salvadoreña se volvió una copia de la de los Estados Unidos, con un cuadro rojo en la esquina superior izquierda, con 9 estrellas blancas: Una por cada uno de los 9 departamentos de aquella época: San Salvador, Sonsonate, San Vicente, San Miguel, La Paz, Santa Ana, Chalatenango, La Libertad y Cuscatlán y con 9 franjas: 5 azules y 4 blancas. Al igual que con la Bandera de EE.UU., que las estrellas aumentaban con cada nuevo Estado (aunque las franjas iniciales continuaban siendo inalteradas), se fueron agregando estrellas hasta completar 14 en 1875, aunque las franjas no se aumentaban. Una copia no sólo estática, sino que dinámica. Y siempre de los Estados Unidos.
3- El Ing. José Napoleón Duarte, el más firme candidato a ganar el Premio Nóbel de la Paz, siendo Presidente de nuestro país y por consiguiente representante de todos los salvadoreños, incluyéndonos, se levantó ceremoniosamente y a paso firme y sereno besó la bandera estadounidense, en público y ante las cámaras televisivas. Algunos dicen, que lo hizo para garantizarse el Premio Nóbel de la Paz; pero si eso es así, fue mal asesorado. El Premio Nóbel de la Paz lo concede Europa (normalmente Noruega y Suecia) y no los Estados Unidos. Dada la competencia que Europa siente por los Estados Unidos, eso eliminó cualquier posibilidad de obtenerlo. No obtuvo el premio y éste fue dado en su lugar, al Presidente de Costa Rica, Oscar Arias.
4- Francisco Flores, siendo Presidente de nuestro país y por lo tanto representante de todos los salvadoreños, manifestó públicamente que el “momento más feliz de su vida, fue cuando el Presidente George W. Bush lo llamó su “amigo””. Todos los demás acontecimientos de su vida fueron minimizados, hasta el punto de preferir que le dijeran amigo, antes que presidir nuestro país y representar a 6 millones de salvadoreños, que todavía no hemos querido o podido emigrar. ¿Tan poco valemos? O es que el Presidente de Estados Unidos, que le llame “amigo”, tiene tanto valor que minimiza nuestra “grandeza”. Ni siquiera se percató que en Texas y Nuevo México se acostumbra llamar “amigo” a los “chicanos”, que hablan español y usan sombrero. Y el Presidente Bush es de Texas. Ahora que ya no es Presidente, ¿pudo ya comprobar si haberlo llamado “amigo” era una amistad profunda y duradera; o una expresión coloquial común y sin importancia?
5- Todos los acontecimientos actuales del Supremo Gobierno, que son de todos conocidos; en una posición de extrema complacencia o malinchismo profundo. Enumerarlos nos consumiría demasiado tiempo que no disponemos en este programa de Aclarando Conceptos.
Fuera de ello, nuestra moneda es el dólar de los Estados Unidos de América; nuestra emigración, va hacia los Estados Unidos como primera opción; y al igual que Filipinas, no faltan los deseos de cambiar el español por el inglés; si esto último no lo hemos hecho, es porque a la mayoría del pueblo salvadoreño no le gusta leer; mucho menos, estudiar-
¡Ejemplos adicionales sobran!
Nadie niega que nuestro país debe tener básicamente una política pro-Estados Unidos. Pero una política pensante, con ciertas irregularidades, llámese contradicciones secundarias. No sumisión absoluta.
No se necesita ser un país poderoso tanto militar, ni financieramente. Tenemos únicamente que saber negociar, y discutir y solicitar y pedir y regatear, hasta usar el por favor; e incluso, el mañana; pero tenemos que tener la inteligencia suficiente; el conocimiento necesario y el valor de disentir, hasta el límite lógico que nos permiten nuestras limitaciones.
Un ejemplo lo da Colombia, presidida por Uribe, un personaje de derecha: Colombia mantiene relaciones diplomáticas y comerciales plenas con Cuba; buenas relaciones con Venezuela y Chávez y ahora con Correa en Ecuador, a pesar de la cercanía y profundas diferencias ideológicas; relaciones diplomáticas y comerciales con China Continental )el primer socio comercial de los Estados Unidos); no presencia de tropas militares en Irak; embajada en Tel Aviv, en lugar de Jerusalén; protesta por el muro y el patrullaje militar fronterizo, etc, etc, etc.
Y las relaciones bilaterales y conjuntas con los Estados Unidos son mutuamente provechosas.
A nosotros nos conviene un Estados Unidos poderoso, dada nuestra cercanía. Si el poder se traslada a Europa, seríamos una aldea remota de campesinos o de pescadores. Además, una Europa no tan fuerte se vuelve más humanitaria y eso nos conviene. Cuando ha sido Imperio, ha sido desastroso (cruzadas; conquista de América, África y Oceanía; progroms; Hitler, etc.)
No estamos pidiendo un chauvinismo o nacionalismo extremo, pero tampoco una sumisión o servilismo permanente. Somos salvadoreños y debemos sentirnos orgullosos de serlo. Ya las notas gloriosas de nuestro Himno nacional lo definen.
Saludemos la Patria, orgullosos de hijos suyos podernos llamar.
¿O cantaremos dentro de poco el Himno de los Estados Unidos?
1- Luchamos por no ser anexados por México, pero no por una actitud de independencia, ya que añoramos en ese mismo tiempo ser absorbidos por los Estados Unidos. En efecto, en enero de 1822, a escasos meses de ser declarados independientes de España, se decretó en Guatemala la anexión de Centroamérica a México, con lo cual nuestro País manifestó su desacuerdo, desatándose un conflicto armado. El 5 de diciembre de 1822, un recién formado Congreso salvadoreño decretó la anexión unilateral de nuestro país a los Estados Unidos de América. Manuel José Arce junto a Juan Manuel Rodríguez fueron a Washington a negociar el decreto de anexión. Seguimos independientes simplemente porque Estados Unidos no nos quiso. Nuestros próceres ofrecieron a nuestro país en bandeja de plata – algo que continuamente hacemos – pero al menos en ese momento, nos rechazaron.
2- El 28 de abril de 1865, siendo presidente de la República el Dr. Francisco Dueñas, la bandera salvadoreña se volvió una copia de la de los Estados Unidos, con un cuadro rojo en la esquina superior izquierda, con 9 estrellas blancas: Una por cada uno de los 9 departamentos de aquella época: San Salvador, Sonsonate, San Vicente, San Miguel, La Paz, Santa Ana, Chalatenango, La Libertad y Cuscatlán y con 9 franjas: 5 azules y 4 blancas. Al igual que con la Bandera de EE.UU., que las estrellas aumentaban con cada nuevo Estado (aunque las franjas iniciales continuaban siendo inalteradas), se fueron agregando estrellas hasta completar 14 en 1875, aunque las franjas no se aumentaban. Una copia no sólo estática, sino que dinámica. Y siempre de los Estados Unidos.
3- El Ing. José Napoleón Duarte, el más firme candidato a ganar el Premio Nóbel de la Paz, siendo Presidente de nuestro país y por consiguiente representante de todos los salvadoreños, incluyéndonos, se levantó ceremoniosamente y a paso firme y sereno besó la bandera estadounidense, en público y ante las cámaras televisivas. Algunos dicen, que lo hizo para garantizarse el Premio Nóbel de la Paz; pero si eso es así, fue mal asesorado. El Premio Nóbel de la Paz lo concede Europa (normalmente Noruega y Suecia) y no los Estados Unidos. Dada la competencia que Europa siente por los Estados Unidos, eso eliminó cualquier posibilidad de obtenerlo. No obtuvo el premio y éste fue dado en su lugar, al Presidente de Costa Rica, Oscar Arias.
4- Francisco Flores, siendo Presidente de nuestro país y por lo tanto representante de todos los salvadoreños, manifestó públicamente que el “momento más feliz de su vida, fue cuando el Presidente George W. Bush lo llamó su “amigo””. Todos los demás acontecimientos de su vida fueron minimizados, hasta el punto de preferir que le dijeran amigo, antes que presidir nuestro país y representar a 6 millones de salvadoreños, que todavía no hemos querido o podido emigrar. ¿Tan poco valemos? O es que el Presidente de Estados Unidos, que le llame “amigo”, tiene tanto valor que minimiza nuestra “grandeza”. Ni siquiera se percató que en Texas y Nuevo México se acostumbra llamar “amigo” a los “chicanos”, que hablan español y usan sombrero. Y el Presidente Bush es de Texas. Ahora que ya no es Presidente, ¿pudo ya comprobar si haberlo llamado “amigo” era una amistad profunda y duradera; o una expresión coloquial común y sin importancia?
5- Todos los acontecimientos actuales del Supremo Gobierno, que son de todos conocidos; en una posición de extrema complacencia o malinchismo profundo. Enumerarlos nos consumiría demasiado tiempo que no disponemos en este programa de Aclarando Conceptos.
Fuera de ello, nuestra moneda es el dólar de los Estados Unidos de América; nuestra emigración, va hacia los Estados Unidos como primera opción; y al igual que Filipinas, no faltan los deseos de cambiar el español por el inglés; si esto último no lo hemos hecho, es porque a la mayoría del pueblo salvadoreño no le gusta leer; mucho menos, estudiar-
¡Ejemplos adicionales sobran!
Nadie niega que nuestro país debe tener básicamente una política pro-Estados Unidos. Pero una política pensante, con ciertas irregularidades, llámese contradicciones secundarias. No sumisión absoluta.
No se necesita ser un país poderoso tanto militar, ni financieramente. Tenemos únicamente que saber negociar, y discutir y solicitar y pedir y regatear, hasta usar el por favor; e incluso, el mañana; pero tenemos que tener la inteligencia suficiente; el conocimiento necesario y el valor de disentir, hasta el límite lógico que nos permiten nuestras limitaciones.
Un ejemplo lo da Colombia, presidida por Uribe, un personaje de derecha: Colombia mantiene relaciones diplomáticas y comerciales plenas con Cuba; buenas relaciones con Venezuela y Chávez y ahora con Correa en Ecuador, a pesar de la cercanía y profundas diferencias ideológicas; relaciones diplomáticas y comerciales con China Continental )el primer socio comercial de los Estados Unidos); no presencia de tropas militares en Irak; embajada en Tel Aviv, en lugar de Jerusalén; protesta por el muro y el patrullaje militar fronterizo, etc, etc, etc.
Y las relaciones bilaterales y conjuntas con los Estados Unidos son mutuamente provechosas.
A nosotros nos conviene un Estados Unidos poderoso, dada nuestra cercanía. Si el poder se traslada a Europa, seríamos una aldea remota de campesinos o de pescadores. Además, una Europa no tan fuerte se vuelve más humanitaria y eso nos conviene. Cuando ha sido Imperio, ha sido desastroso (cruzadas; conquista de América, África y Oceanía; progroms; Hitler, etc.)
No estamos pidiendo un chauvinismo o nacionalismo extremo, pero tampoco una sumisión o servilismo permanente. Somos salvadoreños y debemos sentirnos orgullosos de serlo. Ya las notas gloriosas de nuestro Himno nacional lo definen.
Saludemos la Patria, orgullosos de hijos suyos podernos llamar.
¿O cantaremos dentro de poco el Himno de los Estados Unidos?