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Violencia en El Salvador

MARTES, 21 DE AGOSTO DE 2007.

Violencia en El Salvador.

Al hablar de la violencia, delincuencia e inseguridad ciudadana en nuestro País, que nos han convertido en uno de los países más violentos de todas las Américas; llegaríamos a la conclusión, de que todos, sin excepción, somos solidariamente culpables, pero al mismo tiempo, siendo parte de la culpa, también somos parte de la solución del problema.

El problema es complicado y difícil de solucionar y es capaz de meterle miedo al más valiente. Sin embargo, como dice el sabio refranero popular: a grandes malos, grandes remedios. La ciencia lo explica de otro modo, utilizando la Ley de los opuestos: A grandes negatividades, grandes soluciones.

Veamos un ejemplo: Un pequeño río, que se seca en verano; no puede hacer mayor daño, pero tampoco puede utilizarse con gran eficiencia. Un gran río, que se desborda continuamente, puede represarse y utilizarse sabiamente; produciendo electricidad, pesca e irrigación, entre otros.

El odio y el amor están juntos y sólo existe entre ellos una pequeña línea divisoria. El cantante no está equivocado al manifestar: que tan sólo se odia lo querido… El punto medio es el punto más distante. Si entramos a un circulo, la distancia más larga donde podemos entrar es su centro, si seguimos más allá de él, empezamos a salir. La distancia más grande entre el odio y el amor es la indiferencia. Odio y amor son opuestos, pero están más cerca…

De esa forma, las negatividades de nuestro país y nuestro pueblo, pueden trasmutarse. La fuerza de los problemas, puede ser, la fuerza de las soluciones.

Dicho de manera religiosa: Transformar nuestros pecados en virtudes, con la misma intensidad, pero de sentido contrario.

Somos tierra de pasión y de pasiones; no las sometamos ni las eliminemos, tarea imposible: canalicémoslas.

Somos egoístas y nuestro circulo sentimental es estrecho: pensemos en qué país le daremos a nuestros hijos y nietos, si seguimos así ¿Acaso podremos vivir en él? Si la respuesta es sí ¿Viviremos con tranquilidad y felicidad?

Somos religiosos: ¿Cómo multiplicaremos los talentos que Dios nos dio?

Somos políticos partidarios: ¿Qué país gobernaremos? ¿Podrá acaso gobernarse?

Somos empresarios: ¿Cómo nos desenvolveremos en un mundo cada vez más globalizado y competitivo, inmersos en un país caótico y emproblemado? Somos patriotas: ¿En qué lugar pondremos a nuestro querido país en el concierto de las naciones?

Somos codiciosos: La gallina de los huevos de oro no se mata, porque nos quedamos sin huevos, sin oro y sin gallina.

Somos responsables ante las generaciones futuras de la clase de país que les entregaremos. Somos responsables ante Dios y ante la Patria, de nuestro comportamiento individual, el cual sumado, nos da la conciencia colectiva. El mensaje: que cada uno cambie, o al menos trate de cambiar positivamente.

Séneca nos daba la clave: “Vive con los hombres como si Dios te mirase; habla con Dios, como si los hombres te oyesen”.

José Ingenieros, nos aconsejaba: “Hay que mirar cada vez más lejos; más vale equivocarse en una visión de aurora (de buena nueva), que acertar en un reponso de crepúsculo (de tragedia). Con nuestra participación decidida podemos decir: “Que todo tiempo futuro será mejor”.

Naturalmente tenemos que participar buscando el bien común y no sólo nuestros intereses personales. Todo el mundo comprende que la paz no es solamente el fin del conflicto armado, ya que eso es tan solo un inicio (si bien, bueno y fundamental) en la búsqueda y en la consolidación de la paz…

La concordia, la tolerancia, la convivencia, la hermandad, la armonía, la caridad, el buen deseo para nuestros semejantes, que pueden sintetizarse en una palabra: Amor; deben combinarse con la justicia, la verdad y la libertad, que son virtudes supremas enlazadas entrañablemente con la paz. Sin esa participación decidida de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, la paz no sería posible. Fuera de ello, paz sin libertad, sin verdad y sin justicia, no es una verdadera paz, sino que imposición…

Todos los sectores involucrados en la vida nacional tienen que participar desde sus diferentes perspectivas. Debe buscarse la resultante que los complemente positivamente; en lugar de enfrentarse negativamente, neutralizándose; o aprovechando unos de acusar a los otros; con el beneplácito y beneficio de los delincuentes.

Siempre hay un punto tangencial entre 2 posiciones aparentemente antagónicas. La diversidad de opiniones, hábilmente entrelazadas, conducen a la verdad.

La armonía no nace de que todos pensemos igual – esto es antinatural y utópico – sino por la cordura y la tolerancia, que ponen por doquiera el equilibrio y por consiguiente, la paz.

…La violencia no es sólo una manifestación de la delincuencia, sino una expresión cotidiana de la mayoría de salvadoreños. Si empezáramos a querernos, o al menos a dejar de odiarnos, muchas veces sin motivo lógico o sin causa real (sólo suposiciones), nuestra sociedad bajaría sustancialmente su tono de violencia, que provoca una vibración contagiosa.

Fomentemos el diálogo en lugar de la confrontación y seamos al menos un poco más tolerantes. Ese sería un buen principio. Un solo paso hacia delante, pero dado por todos los salvadoreños, al unísono, en la dirección correcta, se convertiría inmediatamente en un largo y provechoso camino…

¿Qué nos queda?

Empezar a realizarlo desde ya.

No podemos seguir desquitándonos violentamente de lo que suponemos acciones violentas de los otros; Mahatma Gandhi afirmaba: ojo por ojo y el mundo acabará ciego y también decía: “perdonar es el valor de los valientes. Solamente el que es lo bastante fuerte para perdonar una ofensa, puede realmente amar”.

…Seamos al menos civilizados…

Segismund Freund lo resumía de la siguiente manera:

El primer humano que insultó a su enemigo, en vez de tirarle una piedra, fue el fundador de la civilización.