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Palestina y su historia.

lunes, 13 de agosto de 2007.
…Un caso bastante pintoresco y prácticamente desconocido en Occidente, lo constituye la costumbre ancestral en Jerusalén , que empezó en el siglo XII, con la persecución de Judíos y musulmanes, en el Reino Latino de Jerusalén, fundado en 1099 por Godofredo de Bouillon y que continuó aún después de que éste terminara en 1187, cayendo en desuso, cuando empezaron los movimientos europeos de la “Recuperación de Palestina” en 1896, con el Manifiesto Sionista de Theodore Herzl y la formación del Estado judío, que fue seguido por influencias negativas, en la otrora comunidades hermanas judías y musulmanas de Palestina, especialmente Jerusalén. La rivalidad palestino – israelí o judío – musulmana es reciente y la historia – que no puede esconderse – indica que existió anteriormente un alto grado de hermandad y de unión, compartiendo la misma historia y los mismos enemigos…
He aquí la costumbre, vigente desde principios del siglo XII hasta finales del siglo XIX.
…“Desde tiempos inmemoriales existía en Jerusalén una costumbre emocionante: los niños judíos y musulmanes nacidos en el mismo barrio y en la misma semana eran tratados por sus familias como hermanos de leche (una hermandad reconocida en la religión judía y en el mismo Corán): el niño judío era amamantado por la madre musulmana y el niños musulmán por la madre judía. Esta costumbre establecía relaciones íntimas y duraderas entre las dos familias y las dos poblaciones. La costumbre cayó en desuso, entrando al siglo XX”…
“Con esta referencia quiero refutar el mito de la enemistad tradicional entre judíos y árabes. La historia, hasta la funesta intervención en Oriente Medio por los europeos durante el siglo XIX, no había conocido conflictos serios entre ellos. Muy al contrario, estas dos ramas de la raza semítica habían vivido durante muchos siglos pacíficamente en Tierra Santa. El antisemitismo es una invención de occidente. Tiene sus raíces en el mundo greco-romano, y las primeras persecuciones de judíos tuvieron lugar en la Alejandrina helenística, y se agudizó con la destrucción de Jerusalén, por Tito, el emperador Romano en el año 70 D.C. Se intensificaron durante el obscurantismo medieval, cuando el pueblo judío fue difamado, atribuyéndoles el asesinato de Jesús. Cuando los cruzados conquistaron Jerusalén el año1099, pasaron a cuchillo no sólo a los habitantes musulmanes, sino también a los judíos y a los cristianos de distintas iglesias tradicionales dentro de la mismísima Iglesia del Santo Sepulcro, en una de las matanzas más horrorosas de la historia. Y durante los siglos que siguieron, los países islámicos fueron refugio para sus hermanos judíos perseguidos en Europa. Las víctimas de la inquisición española (los llamados sefardim o sefaradíes), huyeron a los países árabes de África del Norte y hasta Egipto y el Oriente Medio, donde fueron recibidos fraternalmente”. E incluso recibieron puestos de Gobierno en las mismas cortes del Imperio Otomano musulmán; como otrora los recibieron en la España musulmana, especialmente en Al Andalus (Sefarad).
De la misma manera este mundo árabe fue en el siglo XIX y XX refugio para los judíos que escaparon de las persecuciones en la Europa central y oriental, de aquellas horribles matanzas de Polonia y en Rusia y posteriormente del detestable holocausto Nazi. Con toda razón la ENCICLOPEDIA HEBRAICA, en su edición española de 1936, podía decir: “Durante varios siglos los países islámicos fueron la verdadera salvación para los judíos europeos”.
Todavía entre las dos guerras mundiales, en Marruecos y en Túnez hasta después de 1945, hubo judíos que figuraron como ministros en los gobiernos árabes. Durante la segunda guerra mundial, el rey de Túnez y el Rey de Marruecos emplearon todos sus esfuerzos para proteger a sus súbditos judíos contra las leyes racistas del régimen del mariscal francés Pétain durante la segunda guerra mundial. Y el autor judío Eric Rouleau, escribió en el prólogo del autor sirio Sami al –Yundi, “juifs et árabes”, que “como judío que pasó su infancia y su juventud entre los árabes, y pude atestiguar que el anti-semitismo es completamente ajeno a las tradiciones y a la mentalidad de los pueblos de Oriente Medio”. Por otro lado, ¿cómo pueden ser los árabes antisemitas, si ellos son básicamente semitas también?

Las relaciones entre los dos pueblos hermanos fueron envenenadas en Tierra Santa sólo en este siglo XX, y por las potencias europeas, que dispusieron de un país que no les pertenecía; pagando así, con tierra ajena, sus persecuciones históricas contra el pueblo judío.
No obstante lo anterior, Israel es una realidad y el presente debe conceptuarse en que a la par de Israel se constituya un Estado palestino independiente, y que reine en toda la región (y el mundo) paz, concordia, amor y justicia.
Ya lo dijimos una vez y lo repetimos ahora: Pueblos que han tenido una historia común, les conviene y corresponde tener un destino común.
Fuera de ello, existe un edicto del Profeta Muhammad, que la paz sea con él, que ordena la protección de las iglesias y sinagogas (de cristianos y judíos); templos y personas, y sus propiedades y vidas de parte de los musulmanes, hasta el final de los tiempos.
Decir lo contrario es definitivamente desinformación vana y pura; como lo es también endosar a todo el Islam, las acciones terroristas de una ínfima parte de fanáticos, que no constituyen ni el 1 por 1,000 de la regla.
El antisemitismo continúa en Occidente. Antes era preferentemente contra los judíos; hoy lo es, especialmente contra árabes y musulmanes.¿Hasta cuándo? Hasta que regrese físicamente a la tierra, Jesús el hijo de María (Aisa ben Mariam); el profeta palestino y verbo encarnado de Dios y establezca la paz y la justicia en todos los rincones del planeta. Amén.