Para mejores resultados siga los siguientes pasos:
  1. Seleccione el video que desea ver.
  2. Presione pausa.
  3. Espere que el video cargue completamente (cuando la linea roja llegue a su final)
  4. Presione Play nuevamente.
  5. Disfruta de el video sin ninguna pausa.

Verdad de nuestra conquista

Lunes 16 de julio de 2007

…No hay duda que el indio americano fue el primero en descubrir América, haciéndola su hábitat natural y viviendo en él con un equilibrio total con la Madre Tierra.

Antes de Colón se habla de otros pueblos que vinieron a América: Los Vikingos, muy al norte; y los fenicios (pueblos árabes antiguos) al Sur, específicamente Brasil…

En la Edad Media, que navegantes árabes, pudieron llegar a América antes que Colón es más que una probabilidad. La idea de la esfericidad de la tierra defendida por los árabes durante toda la Edad Media, conlleva la de un mar único por el que navegando hacia occidente se podría alcanzar la India. La idea árabe de que era posible llegar a la India por el Atlántico era conocida de Colón quien se valió de mapas árabes de Bir-I-Rais. Lo que Colón no se esperaba es que iba a encontrar en medio, un nuevo continente, al que no dudó llamar Las Indias. Colón desconocía el tamaño exacto de la tierra, que los árabes conocían con casi exactitud, desde Al-Biruni en el siglo X calculando una circunferencia alrededor de la real, de 40 millones de metros.

Si los árabes sabían que la tierra era redonda, disponían de instrumental avanzado para orientar las naves y eran buenos navegantes, tenían todas las condiciones óptimas para lograr descubrir el nuevo mundo. Además, hay obras de autores árabes que dan cuenta de exploraciones que se adentraron en aguas del Atlántico... Entre estos cabe mencionar al Mas’udi (siglo X), al Bakri (siglo XI), al Idrisi (siglo XII), al – Himyari (siglos XIII) y al Umari (siglo XIV)…

Otro habla de unos jóvenes de Córdoba, quienes dirigidos por un tal Jashjash se adentraron en el Océano Atlántico, de donde regresaron con productos exóticos; otros, el de un grupo, conocido como al-mugarrimun (los aventureros o temerarios), que salieron de Lisboa para explorar el Atlántico y llegaron, primero a una isla Yazírat al-Gánam (isla de los Carneros) y, luego, a otra, la de los Dos Hermanos hechiceros. Se supone que las islas podrían ser, algunas islas del Caribe.

Todos los relatos prueban la curiosidad que suscitaba el Mar de las Tinieblas y el interés por conocer nuevas tierras. Es muy posible que algunos navegantes andaluces, como lo atestiguan los mencionados relatos, hubieses intentado la aventura y llegado a las Costas de América. El mismo nombre Caribe (de Caribú: embarcación, bote) o Garibe de forastero, extranjero, extraño) en árabe, así lo indican.

Después de la conquista árabe en España, luego de la victoria de la batalla de la Janda o del Guadalete en el año 711, una leyenda árabe menciona que el Comandante árabe Tarik (de donde cambia el nombre del Peñón de Hércules a Gibraltar o Gibel al Tarik – Montaña de Tarik) ordenó quemar los barcos indicando que no había retirada posible. Siete comandantes de navíos pidieron a Tarik en lugar de quemarlos, permiso para explorar el Atlántico y buscar nuevas tierras a los que Tarik accedió. Se dice que tres de ellos lograron llegar hasta alcanzar una isla llamada Antillas, donde fundaron siete espléndidas ciudades.

Esta leyenda fue cambiada por los españoles, quienes en lugar de poner Comandantes árabes pusieron obispos (al igual que en el ajedrez, donde el comandante árabe se cambió por la reina) y el elefante (Al-fil en árabe) se cambió en Inglaterra por “Bishop”, el obispo. Si en 1492 marinos experimentados europeos tenían miedo al mar tenebroso y a la tierra plana, imagínense obispos sin experiencia marítima en el 711. Los árabes eran diferentes, porque creían que la tierra era redonda.

Esta leyenda daría lugar al mito de las siete ciudades, en busca de las cuales, sobre todo de la más famosa de ellas, Cíbola, se organizaron en el siglo XVI varias expediciones.

En la historia azteca existe un personaje (Topiltzín-Quetzalcoatl), quien era un extranjero de piel blanca y barbado y que había venido en el Siglo X desde “donde nace el sol”. Era un hombre muy religioso, que había ganado reputación como gobernante y sacerdote, que estaba en contra de los sacrificios humanos (ya que sólo sacrificaba animales), no tomaba licor y no cometía fornicaciones.

Topiltzín dejó la Villa pero prometió volver. Cuando el conquistador español Hernán Cortez apareció en 1519, el Rey azteca Moctezuma I se abstuvo de enfrentarse a los conquistadores españoles, al identificarlos con el regreso de Topiltzín y su gente. Y les abrió las puertas.

Naturalmente, nada más ajeno a la realidad, ya que la conquista española, al igual que todas las europeas, tenían como base el sometimiento de todos los pueblos sojuzgados y la eliminación total de su tradición, cultura y religión.

El contacto benevolente entre civilizaciones y el intercambio cultural y la tolerancia en tradiciones y culturas, típico de la cultura árabe, indica que ese mítico personaje pudo ser un árabe; la similitud en la apariencia física de los españoles y los árabes del Medio Oriente, especialmente libaneses, sirios o palestinos, con su barba poblada, puede justificar la confusión inicial del pueblo azteca. Debe considerarse que la alta dirigencia Omeya del Califato de Córdoba en España, era de origen sirio. En otras culturas originarias, como la Maya o la Inca, existe un personaje mítico parecido, Kukulcán o Viracocha, que refuerzan este acercamiento o contacto benevolente, de mutuo provecho, a través de un intercambio de civilizaciones. El acercamiento entre el Islam y las religiones originarias, también puede analizarse a través de palabras comunes. Un intercambio cultural, siempre es preferible al sometimiento y anulación de una de ellas, por ser la más débil militarmente, no necesariamente, culturalmente... La eliminación de la cultura sometida; considerada inferior por desconocerla, fue un verdadero retroceso…

Volver a encontrar esas raíces culturales indígenas se vuelve un desafío, y el Islam, que no participó en modo alguno, en esa cruel conquista, se siente comprometido a colaborar.

Decir que redescubrir esas culturas originarias, parcialmente destruidas, pero también parcialmente ocultas, es un retroceso; es una nueva manifestación de ignorancia.

Es un deber ineludible realizar este acercamiento y el Islam ofrece públicamente colaborar con ello.