Ministerio de Salud. Reducción en presupuesto de salud.
Miércoles 29 de noviembre de 2006.-
En el Diario de Hoy del lunes 20 de noviembre y en primera página se leía lo siguiente: “Recorte en medicinas. Salud ha previsto una reducción de 10 millones de dólares para la compra de medicamentos para 2007 y la escasez toca el bolsillo de los pacientes”. Una nueva reducción de un presupuesto ya exiguo e insuficiente, propio de un país del 5to mundo; y luego aclaraba: “$10 millones menos que lo gastado en 2006, un período marcado por escasez de todo tipo, desde guantes y jeringas en el Bloom y la actual falta de antibióticos en el Rosales. Si ahora hay marcadas deficiencias, significa que en el 2007 la crisis se agudizará aún más... Se alega escasez de presupuesto, pero no existe ninguna excusa ni válida ni lógica para castigarse el rubro básico para garantizar la salud: los medicamentos; con el agravante de que se le descuenta al ente que se encarga de atender a los más pobres de los pobres: el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social…
El Hospital Rosales que ha tenido que suspender los tratamientos oncológicos (contra el cáncer) especialmente leucemias agudas, por carecer de antibióticos para tratar las infecciones concomitantes con estos tratamientos, recibirá para el 2007 no el doble para paliar la crisis, sino la mitad para agudizarla... Esto no puede justificarse por un error humano, ni por falta de presupuesto, sino a una insensibilidad humana…
La Prensa Gráfica, el martes 21 de noviembre complementaba la noticia:
En octubre 2006 las carencias del Hospital de niños, Benjamín Bloom, para concluir 2006 fueron cifradas en $2 millones por la Dirección. De esa cantidad apenas obtuvieron la cuarta parte.
El Hospital Rosales ha reconocido la carencia de medio centenar de medicamentos del cuadro básico. Lo más preocupante es la carencia de antibióticos que impiden hacer tratamientos de quimioterapia a pacientes con leucemia aguda.
Fuera de ello, el Dr. Guillermo Maza, Ministro de Salud atribuyó a “otras autoridades fuera del Ministerio, la no construcción de un Hospital en Apopa y alrededores, más pobres todavía que Apopa, como Popotlán, San Nicolás, Tres Ceibas Arriba, Tres Ceibas abajo, etc. etc. porque “el país no se puede endeudar más”. Lo mismo el Hospital de Maternidad.
Lo curioso es que no hay dinero para hospitales ni medicamentos para los más pobres de los pobres, pero si los hay para carreteras, autopistas, propaganda y publicidad; misiones y delegaciones internacionales; seguridad aparatosa, etc, etc.
Se dice que no hay dinero…
¡Que rápido se encuentra cuando se desea!
La falta de medicamentos e insumos médicos es común en los hospitales de salud pública. Basta mencionar otra noticia del Diario de Hoy del 18 de noviembre de 2006, refiriéndose a la falta de los mismos en el Hospital Francisco Menéndez de Ahuchapán, etc, etc, etc.
Si esto pasa en el 2006 ¿Qué pasaría en el 2007 con la disminución proyectada en la compra de medicamentos de por si ya deficientes?
…Esto es inquietante y capaz de deprimir a cualquier ser humano... Debe enfatizarse que se trata del Ministerio de Salud, que da servicio al 75% de la población más desposeída y abandonada. La atención a este sector mayoritario es históricamente deficiente; debido básicamente a los presupuestos insuficientes. El promedio de consulta anual es menos de 1; esto es, que hay una enorme cantidad de salvadoreños que no gozan ni tan siquiera de una consulta médica anual.
He aquí algunas máximas como material de reflexión.
La salud; el don más preciado que Dios nos ha dado. Por eso se dice que hay que pedir a Dios el perdón para la otra vida y la salud para ésta. Nadie ha recibido nada más precioso que la salud. Es el beneficio que Dios ama por encima de cuanto se le pide. Sin salud, la vida no es vida. Es estado de tristeza y una imagen de muerte.
La salud de los habitantes de la República constituye un bien público. El Estado y las personas están obligados a velar por su conservación y establecimiento. (Art. 65 de la Constitución Política).
No hay duda que el flagelo más grande de nuestro país, mucho mayor que la guerra y que la delincuencia y que se agudizará en los próximos años, es la mortalidad por causa de las enfermedades no solo de las incurables, sino de las incluso fácilmente curables, con la atención oportuna. Naturalmente por medio del descuido en la atención de la salud, se obtiene más mortandad que en cualquier tipo de guerra incluso los más sofisticados y mucho mayor que la delincuencia aunque se encuentre organizada.
La sensibilidad social, el verdadero sentido humano, es satisfacer las necesidades más sentidas de nuestros conciudadanos más pobres y más débiles, impulsándonos a cambiar el destino de nuestras clases pobres, hambrientas y enfermas. Luchar contra las enfermedades, es elevar al ser humano: hombre o mujer, joven o anciano, niño o niña y devolverle sus libertades fundamentales, es sacarlo de su drama diario e incorporarlo a la felicidad, llevándolo a la meta incomparable de la salud popular.
Nadie pide lujos ni prebendas ni hermosas autopistas ni suntuosos palacios ni gastos desmedidos. No exigimos desarrollo que no merecemos. Necesitamos pan y salud, seguridad y educación para nuestro pueblo. ¿Qué acaso es mucho pedir?
¡La pobreza aumenta; pero la crueldad también! ¿Será acaso cierto el tenebroso plan de la reducción acelerada de la población mundial más débil y atrasada para el próximo futuro?
El 31 de diciembre de 1823, José Simeón Cañas, pidiendo la liberación de los esclavos, decía:
“Vengo arrastrándome y si estuviera agonizando, agonizando vendría, para hacer una proposición benéfica a la Humanidad desvalida (E incluso donó sus pertenencias para indemnizar a los poseedores de esclavos que no querían liberarlos).
Hoy los agonizantes son los enfermos, que no tienen medicamentos.
¿Quién arregla su casa, compra un carro; pinta, decora; invierte en lujos y no tiene para el colegio, las medicinas o la comida? ¿Un loco? ¿Un malo? ¿O un tonto?
Ortega y Gasset afirmaba que el mañana es producto de hoy. La vida es paso; los funcionarios pasan; pero dejan caminos y hacen historia. Y esta los juzgará.
Esperamos que el presupuesto de salud se corrija y el rubro de medicamentos e insumos médicos para los más pobres de los pobres se incremente en lugar de reducirse.
¿Y acaso no es éste un Gobierno con sentido humano?
En el Diario de Hoy del lunes 20 de noviembre y en primera página se leía lo siguiente: “Recorte en medicinas. Salud ha previsto una reducción de 10 millones de dólares para la compra de medicamentos para 2007 y la escasez toca el bolsillo de los pacientes”. Una nueva reducción de un presupuesto ya exiguo e insuficiente, propio de un país del 5to mundo; y luego aclaraba: “$10 millones menos que lo gastado en 2006, un período marcado por escasez de todo tipo, desde guantes y jeringas en el Bloom y la actual falta de antibióticos en el Rosales. Si ahora hay marcadas deficiencias, significa que en el 2007 la crisis se agudizará aún más... Se alega escasez de presupuesto, pero no existe ninguna excusa ni válida ni lógica para castigarse el rubro básico para garantizar la salud: los medicamentos; con el agravante de que se le descuenta al ente que se encarga de atender a los más pobres de los pobres: el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social…
El Hospital Rosales que ha tenido que suspender los tratamientos oncológicos (contra el cáncer) especialmente leucemias agudas, por carecer de antibióticos para tratar las infecciones concomitantes con estos tratamientos, recibirá para el 2007 no el doble para paliar la crisis, sino la mitad para agudizarla... Esto no puede justificarse por un error humano, ni por falta de presupuesto, sino a una insensibilidad humana…
La Prensa Gráfica, el martes 21 de noviembre complementaba la noticia:
En octubre 2006 las carencias del Hospital de niños, Benjamín Bloom, para concluir 2006 fueron cifradas en $2 millones por la Dirección. De esa cantidad apenas obtuvieron la cuarta parte.
El Hospital Rosales ha reconocido la carencia de medio centenar de medicamentos del cuadro básico. Lo más preocupante es la carencia de antibióticos que impiden hacer tratamientos de quimioterapia a pacientes con leucemia aguda.
Fuera de ello, el Dr. Guillermo Maza, Ministro de Salud atribuyó a “otras autoridades fuera del Ministerio, la no construcción de un Hospital en Apopa y alrededores, más pobres todavía que Apopa, como Popotlán, San Nicolás, Tres Ceibas Arriba, Tres Ceibas abajo, etc. etc. porque “el país no se puede endeudar más”. Lo mismo el Hospital de Maternidad.
Lo curioso es que no hay dinero para hospitales ni medicamentos para los más pobres de los pobres, pero si los hay para carreteras, autopistas, propaganda y publicidad; misiones y delegaciones internacionales; seguridad aparatosa, etc, etc.
Se dice que no hay dinero…
¡Que rápido se encuentra cuando se desea!
La falta de medicamentos e insumos médicos es común en los hospitales de salud pública. Basta mencionar otra noticia del Diario de Hoy del 18 de noviembre de 2006, refiriéndose a la falta de los mismos en el Hospital Francisco Menéndez de Ahuchapán, etc, etc, etc.
Si esto pasa en el 2006 ¿Qué pasaría en el 2007 con la disminución proyectada en la compra de medicamentos de por si ya deficientes?
…Esto es inquietante y capaz de deprimir a cualquier ser humano... Debe enfatizarse que se trata del Ministerio de Salud, que da servicio al 75% de la población más desposeída y abandonada. La atención a este sector mayoritario es históricamente deficiente; debido básicamente a los presupuestos insuficientes. El promedio de consulta anual es menos de 1; esto es, que hay una enorme cantidad de salvadoreños que no gozan ni tan siquiera de una consulta médica anual.
He aquí algunas máximas como material de reflexión.
La salud; el don más preciado que Dios nos ha dado. Por eso se dice que hay que pedir a Dios el perdón para la otra vida y la salud para ésta. Nadie ha recibido nada más precioso que la salud. Es el beneficio que Dios ama por encima de cuanto se le pide. Sin salud, la vida no es vida. Es estado de tristeza y una imagen de muerte.
La salud de los habitantes de la República constituye un bien público. El Estado y las personas están obligados a velar por su conservación y establecimiento. (Art. 65 de la Constitución Política).
No hay duda que el flagelo más grande de nuestro país, mucho mayor que la guerra y que la delincuencia y que se agudizará en los próximos años, es la mortalidad por causa de las enfermedades no solo de las incurables, sino de las incluso fácilmente curables, con la atención oportuna. Naturalmente por medio del descuido en la atención de la salud, se obtiene más mortandad que en cualquier tipo de guerra incluso los más sofisticados y mucho mayor que la delincuencia aunque se encuentre organizada.
La sensibilidad social, el verdadero sentido humano, es satisfacer las necesidades más sentidas de nuestros conciudadanos más pobres y más débiles, impulsándonos a cambiar el destino de nuestras clases pobres, hambrientas y enfermas. Luchar contra las enfermedades, es elevar al ser humano: hombre o mujer, joven o anciano, niño o niña y devolverle sus libertades fundamentales, es sacarlo de su drama diario e incorporarlo a la felicidad, llevándolo a la meta incomparable de la salud popular.
Nadie pide lujos ni prebendas ni hermosas autopistas ni suntuosos palacios ni gastos desmedidos. No exigimos desarrollo que no merecemos. Necesitamos pan y salud, seguridad y educación para nuestro pueblo. ¿Qué acaso es mucho pedir?
¡La pobreza aumenta; pero la crueldad también! ¿Será acaso cierto el tenebroso plan de la reducción acelerada de la población mundial más débil y atrasada para el próximo futuro?
El 31 de diciembre de 1823, José Simeón Cañas, pidiendo la liberación de los esclavos, decía:
“Vengo arrastrándome y si estuviera agonizando, agonizando vendría, para hacer una proposición benéfica a la Humanidad desvalida (E incluso donó sus pertenencias para indemnizar a los poseedores de esclavos que no querían liberarlos).
Hoy los agonizantes son los enfermos, que no tienen medicamentos.
¿Quién arregla su casa, compra un carro; pinta, decora; invierte en lujos y no tiene para el colegio, las medicinas o la comida? ¿Un loco? ¿Un malo? ¿O un tonto?
Ortega y Gasset afirmaba que el mañana es producto de hoy. La vida es paso; los funcionarios pasan; pero dejan caminos y hacen historia. Y esta los juzgará.
Esperamos que el presupuesto de salud se corrija y el rubro de medicamentos e insumos médicos para los más pobres de los pobres se incremente en lugar de reducirse.
¿Y acaso no es éste un Gobierno con sentido humano?