Jueves, 18 de enero de 2007
El Significado de Paz II.
Hoy la gente conversa acerca de muchas cosas: Los peligros de la guerra y los frecuentes conflictos, la contaminación de la atmósfera y los mares, el hambre, la violencia y la delincuencia, el desempleo, la carestía de la vida, el constante deterioro de los valores morales, etcétera.
Por consiguiente, muchas otras preocupaciones e inquietudes han ocupado un lugar preponderante en dichas conversaciones: la paz, la satisfacción, la ecología, la justicia, la tolerancia, el dialogo, etc. Lamentablemente, a pesar de algunas prometedoras precauciones, aquellos que deben tratar de resolver estas cuestiones tienden a hacerlo buscando más maneras de conquistar y controlar la naturaleza y producir armas letales. Material obsceno y violento, a su vez se propaga en los medios de comunicación.
Todas las religiones, el humanismo y la moral, prescriben el amor, la compasión, la tolerancia y el perdón.
El amor es el elemento más esencial de una persona, es la luz más radiante, un gran poder que puede resistir y vencer cualquier fuerza. El amor eleva a cada alma que lo prepara para el viaje a la eternidad. Aquellos que hacen contacto con la eternidad a través del amor, trabajan para implantar en el resto de las almas lo que han recibido de la eternidad. Ellos dedican sus vidas a este sagrado deber y soportan cualquier penuria por su gloria.
El altruismo, un sentimiento humano elevado, genera amor. Aquel que comparta en mayor medida este amor es el héroe más grande de la humanidad, alguien que se deshace de cualquier sentimiento personal de odio y rencor.
El amor es la manera más directa de llegar al corazón de una persona. Aquellos que siguen este camino no son rechazados. Aún si algunos los rechazaran, muchos más les darían la bienvenida. Una vez que hayan sido acogidos a través del amor siempre alcanzaran su objetivo.
Todo habla de y promete la compasión. Por eso, el universo se puede considerar una sinfonía de compasión. Mostrar la compasión a todo ser viviente es un requisito del ser humano. La compasión exalta a la gente.
Perdonar es también una gran virtud. Decimos: “Los errores de los jóvenes, indulgencia de los mayores”. Ser perdonado significa restitución, regresar a la esencia y encontrarse con uno mismo otra vez. Por esta razón, la más agradecida acción desde el punto de vista de la Infinita Misericordia es la actividad perseguida entre las palpitaciones del regreso y la búsqueda.
La Creación fue introducida en la misericordia a través de la humanidad.
Siempre que te apartes del camino, buscando la misericordia y superando la vergüenza del pecado personal nos permite obtener infinita misericordia y para pasar por alto los pecados de los demás. Jesús una vez dijo a una muchedumbre sedienta de sangre: “El que este libre de pecado, que tire la primera piedra”. Si entendemos esto ¿cómo podemos “lapidar” a otros?
La maldad y el odio convirtieron a la tierra en el abismo del infierno. Debemos llevar la misericordia a quienes los problemas los empujaron al abismo. Los excesos de aquellos quienes no tienen misericordia o tolerancia, hicieron de los anteriores siglos los más horribles de todos. De esta manera el mayor regalo que la generación actual puede proporcionar es enseñar a sus hijos como perdonar y ser tolerantes.
Deberíamos ignorar las faltas de los demás, respetar diferentes ideas y perdonar lo que es perdonable. Nos corresponde hacer esto para acariciar los corazones y beneficiarnos de las ideas contradictorias que nos obligan a mantener nuestro corazón, espíritu y conciencias en buen estado.
La tolerancia es el más primordial elemento que integra junto con otros, los sistemas morales y una importantísima fuente de disciplina y virtud espiritual.
Nosotros esperamos amor, respeto, tolerancia, misericordia, libertad y afecto. Pero, ¿Podemos esperar esto si no ofrecemos primero lo mismo a los demás?
Aquellos que quieren reformar al mundo deben primero reformarse a sí mismos, purificar sus mundos internos de odio, rencor, celos y adornarlos con virtud. Aquellos que carecen de autocontrol, autodisciplina y sentimientos puros pueden parecer atractivos al principio. Sin embargo lo que ellos inspiran en otros desaparece rápidamente.
La bondad, la belleza, la veracidad y la virtuosidad son la esencia del mundo y la humanidad. Ocurra lo que ocurra, el mundo un día encontrará esta esencia. Nadie puede evitar esto.
¿Cómo podemos empezar a buscarla?
Como bien dice el sabio refranero popular: A grandes males, grandes remedios. La ciencia lo explica de otro modo, utilizando la Ley de los opuestos: A cada acción se opone, una reacción de igual intensidad pero de sentido contrario; esto es, a grandes negatividades, grandes soluciones.
El odio y el amor (como todos los opuestos) están juntos y sólo existe entre ellos una pequeña línea divisoria. El cantante no está equivocado al decir que tan sólo se odia lo querido…
De esa forma las negatividades de nuestro país y nuestro pueblo, pueden trasmutarse. La fuerza de los problemas, puede ser la fuerza de las soluciones. Dicho de manera religiosa: Transformar nuestros pecados en virtudes, con la misma intensidad, pero de sentido contrario.
Somos responsables ante las generaciones futuras de la clase de país que les entregaremos. Somos responsables ante Dios y ante la Patria, de nuestro comportamiento individual, el cual sumado, nos da la conciencia colectiva. El mensaje: que cada uno cambie, o al menos trate de cambiar positivamente.
Séneca nos daba la clave: “Vive con los hombres como si Dios te mirase; habla con Dios, como si los hombres te oyesen”.
Que la paz, las bendiciones y la misericordia del único Dios, el Dios de Todo, Todos y Todas se derrame sobre todos nosotros. Amen.
Por consiguiente, muchas otras preocupaciones e inquietudes han ocupado un lugar preponderante en dichas conversaciones: la paz, la satisfacción, la ecología, la justicia, la tolerancia, el dialogo, etc. Lamentablemente, a pesar de algunas prometedoras precauciones, aquellos que deben tratar de resolver estas cuestiones tienden a hacerlo buscando más maneras de conquistar y controlar la naturaleza y producir armas letales. Material obsceno y violento, a su vez se propaga en los medios de comunicación.
Todas las religiones, el humanismo y la moral, prescriben el amor, la compasión, la tolerancia y el perdón.
El amor es el elemento más esencial de una persona, es la luz más radiante, un gran poder que puede resistir y vencer cualquier fuerza. El amor eleva a cada alma que lo prepara para el viaje a la eternidad. Aquellos que hacen contacto con la eternidad a través del amor, trabajan para implantar en el resto de las almas lo que han recibido de la eternidad. Ellos dedican sus vidas a este sagrado deber y soportan cualquier penuria por su gloria.
El altruismo, un sentimiento humano elevado, genera amor. Aquel que comparta en mayor medida este amor es el héroe más grande de la humanidad, alguien que se deshace de cualquier sentimiento personal de odio y rencor.
El amor es la manera más directa de llegar al corazón de una persona. Aquellos que siguen este camino no son rechazados. Aún si algunos los rechazaran, muchos más les darían la bienvenida. Una vez que hayan sido acogidos a través del amor siempre alcanzaran su objetivo.
Todo habla de y promete la compasión. Por eso, el universo se puede considerar una sinfonía de compasión. Mostrar la compasión a todo ser viviente es un requisito del ser humano. La compasión exalta a la gente.
Perdonar es también una gran virtud. Decimos: “Los errores de los jóvenes, indulgencia de los mayores”. Ser perdonado significa restitución, regresar a la esencia y encontrarse con uno mismo otra vez. Por esta razón, la más agradecida acción desde el punto de vista de la Infinita Misericordia es la actividad perseguida entre las palpitaciones del regreso y la búsqueda.
La Creación fue introducida en la misericordia a través de la humanidad.
Siempre que te apartes del camino, buscando la misericordia y superando la vergüenza del pecado personal nos permite obtener infinita misericordia y para pasar por alto los pecados de los demás. Jesús una vez dijo a una muchedumbre sedienta de sangre: “El que este libre de pecado, que tire la primera piedra”. Si entendemos esto ¿cómo podemos “lapidar” a otros?
La maldad y el odio convirtieron a la tierra en el abismo del infierno. Debemos llevar la misericordia a quienes los problemas los empujaron al abismo. Los excesos de aquellos quienes no tienen misericordia o tolerancia, hicieron de los anteriores siglos los más horribles de todos. De esta manera el mayor regalo que la generación actual puede proporcionar es enseñar a sus hijos como perdonar y ser tolerantes.
Deberíamos ignorar las faltas de los demás, respetar diferentes ideas y perdonar lo que es perdonable. Nos corresponde hacer esto para acariciar los corazones y beneficiarnos de las ideas contradictorias que nos obligan a mantener nuestro corazón, espíritu y conciencias en buen estado.
La tolerancia es el más primordial elemento que integra junto con otros, los sistemas morales y una importantísima fuente de disciplina y virtud espiritual.
Nosotros esperamos amor, respeto, tolerancia, misericordia, libertad y afecto. Pero, ¿Podemos esperar esto si no ofrecemos primero lo mismo a los demás?
Aquellos que quieren reformar al mundo deben primero reformarse a sí mismos, purificar sus mundos internos de odio, rencor, celos y adornarlos con virtud. Aquellos que carecen de autocontrol, autodisciplina y sentimientos puros pueden parecer atractivos al principio. Sin embargo lo que ellos inspiran en otros desaparece rápidamente.
La bondad, la belleza, la veracidad y la virtuosidad son la esencia del mundo y la humanidad. Ocurra lo que ocurra, el mundo un día encontrará esta esencia. Nadie puede evitar esto.
¿Cómo podemos empezar a buscarla?
Como bien dice el sabio refranero popular: A grandes males, grandes remedios. La ciencia lo explica de otro modo, utilizando la Ley de los opuestos: A cada acción se opone, una reacción de igual intensidad pero de sentido contrario; esto es, a grandes negatividades, grandes soluciones.
El odio y el amor (como todos los opuestos) están juntos y sólo existe entre ellos una pequeña línea divisoria. El cantante no está equivocado al decir que tan sólo se odia lo querido…
De esa forma las negatividades de nuestro país y nuestro pueblo, pueden trasmutarse. La fuerza de los problemas, puede ser la fuerza de las soluciones. Dicho de manera religiosa: Transformar nuestros pecados en virtudes, con la misma intensidad, pero de sentido contrario.
Somos responsables ante las generaciones futuras de la clase de país que les entregaremos. Somos responsables ante Dios y ante la Patria, de nuestro comportamiento individual, el cual sumado, nos da la conciencia colectiva. El mensaje: que cada uno cambie, o al menos trate de cambiar positivamente.
Séneca nos daba la clave: “Vive con los hombres como si Dios te mirase; habla con Dios, como si los hombres te oyesen”.
Que la paz, las bendiciones y la misericordia del único Dios, el Dios de Todo, Todos y Todas se derrame sobre todos nosotros. Amen.