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Islam – Aclaraciones a dudas e interrogantes – (IV).

JUEVES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2007.

Otro concepto que merece ser aclarado; es el concepto de ‘Yijád’. El significado exacto de ‘Yihad’ es esfuerzo, lucha interior; no guerra, ni tampoco guerra santa. Esto es, en el Islam, llevar a cabo tu Yihad que quiere decir ‘muestra tus esfuerzos de lucha’. El Profeta Muhammad explica que el Yihad más grande que lleva a cabo cada persona es en contra de sus instintos o las bajas pasiones, esto es, contra el propio egoísmo, deseos mundanos y ambiciones desproporcionadas.
“Hay un gran desierto para hacerlo florecer. El mayor desierto, está dentro de nosotros mismos”.
Un debate intelectual en contra de puntos de vista no religiosos, ateos) es una forma de ‘Yihad’.
Aparte de este significado ideológico y espiritual, la lucha en el sentido físico es considerada también como ‘Yihad’. Sin embargo, se debe de llevar a cabo solamente con el objetivo de defensa. El uso del concepto ‘Yihad’ en actos de agresión en contra de gente inocente, como el terrorismo, es injusto y lo distorsiona completamente.
Muhammad no reaccionó inmediatamente en contra de los paganos agresivos de la Meca. Solamente el Profeta Muhammad comandó a su gente después de años de persecución. El profeta dió muchas veces la otra mejilla.
Los principios islámicos que Dios proclama en el Qur’an son pacíficos y dentro del Qur’an, Dios comanda a los creyentes a tratar con equidad a los no musulmanes.
El Islam enmarca a la tolerancia dentro de límites establecidos. En tal sentido, así como reconoció desde un principio los derechos de las minorías religiosas en Arabia, y en todo lugar donde se hizo presente, puso límites a la idolatría, la cual era la expresión de la degradación e ignorancia en que habían caído la mayoría de los contemporáneos del Profeta Muhammad. En términos generales, puede decirse que el Islam protege en su seno a toda comunidad religiosa distinta, que tenga una ley escrita, y sostenga una creencia que no sea perniciosa para la gente. Sin embargo, la prohibición de la idolatría en Arabia fue gradual, a fin de dar tiempo a la gente de persuadirse y educarse en el Islam. Por otra parte, el hecho de no reconocer a la idolatría como comunidad organizada por las razones antedichas, no autorizó nunca a violar sus derechos naturales, como la seguridad, la alimentación y demás derechos básicos, que forman parte del bien y el respeto de la dignidad de la persona, que impone el Islam.
Uno de los documentos más importantes que se conservan al respecto es la llamada Constitución de Medina, estatuto que dictara el Profeta, estableciendo las bases de la primera comunidad islámica en esa ciudad de Arabia, así como los acuerdos de convivencia con los judíos, una importante minoría en Medina. Al mismo tiempo que se establece la Ummah o comunidad islámica con gobierno propio, por primera vez en la historia; el Profeta asume la suprema instancia judicial, y se reconoce a los judíos sus derechos propios y su cuota de responsabilidad en la conservación y cohesión política de la comunidad, de la que pasaban a formar parte: Los judíos de Banu ‘Auf (tribu árabe de Medina) son una sola comunidad con los creyentes, se proclamó. A los judíos les incumbe su modo de vida y creencias, sus derechos y su hacienda, y los musulmanes tendrán el suyo, excepto quien obre con iniquidad (de ambos grupos) y delinca.
En cuanto a la relación del Profeta con los cristianos, el acuerdo más conocido fue con la delegación de Nayran, una región del sur de la península árabe, cuando aquella llegó a Medina a entrevistarlo y polemizar su religión. Los cristianos acordaron con él un pacto de términos parecidos al relatado con los judíos. Se narra que cuando llegaron, fueron invitados a deliberar en la mezquita, y que el Profeta los autorizó inclusive a realizar sus oraciones allí dentro.
Similar espíritu continuó vigente en el Islam, en todos los períodos de su historia, y en todos los sitios en que predominó. La rápida expansión del Islam en Siria y demás territorios del imperio bizantino es explicada por los historiadores; por el clima de intolerancia y persecución, que existía entre grupos diversos cristianos, constituyéndose los musulmanes en un remanso de tolerancia desconocido para ellos hasta entonces. El Islam en Persia reconoció a los sabeos, mazdeos o zoroastrianos como “Gente del libro”, y en la India convivió con la religión hindú ocho siglos, a tal punto que el conocimiento que tiene Occidente de la historia india y sus religiones, tiene su primer antecedente en los estudios de eruditos musulmanes, principalmente de Al-Biruni.
Quizás el ejemplo más evidente de tolerancia y pluralismo religioso sea el de la España islámica, o más propiamente Al-Andaluz, por donde se conocieron muchos aportes del Islam que dieron impulso al resurgimiento de la cultura occidental a partir del llamado “Renacimiento”. Era difícil imaginar entonces que pudiera surgir un ejemplo de convivencia y florecimiento espiritual e intelectual semejante, siendo indudable que la aparición del Islam marcó el fin de la concepción antigua del mundo, signado por el exclusivismo tribal, racial y religioso, para dar paso a una visión mucho más amplia del hombre y del mundo en general.
En Occidente, recién a partir de los siglos 17 y 18, comenzó a esbozarse un concepto de tolerancia religiosa, y a concebirse un sistema político que contemplara la convivencia de las diversas religiones.
Por entonces la mayoría de disputas religiosas solían resolverse por la violencia con grandes matanzas por parte de los grupos dominantes.
En todos los casos, el concepto de la tolerancia en el mundo moderno se funda en la relativización del papel de la religión, y su pérdida de poder político frente al Estado naciente, manifestando en cada caso la reivindicación de un grupo en contra de otro, de burgueses contra nobles, de laicos contra religiosos, de revolucionarios frente a contrarrevolucionarios, de católicos contra protestantes, etc., en una confrontación permanente que no pudo ser superada por ninguna idea trascendente. Esta mentalidad europea exclusivista, sin duda su principal debilidad, llevó a la contradicción de esgrimir la tolerancia en beneficio propio y en detrimento de los que se quedaban afuera de su universo de humanidad aceptable. La libertad, la igualdad y la fraternidad fueron así conceptos más válidos para el rico, el blanco o el invasor, de acuerdo a cada caso, y menos válidos para el menos favorecido. No deseamos con esto negar el progreso que en materia de tolerancia religiosa ha realizado últimamente el mundo occidental, pero lo hizo en la medida que se olvidaron de la fe religiosa.
En el Islam esto sucedió al revés, perdiéndose tolerancia, en la medida que los gobiernos, con pueblos de mayoría islámica, se alejaron del Islam.
En el próximo programa terminaremos esta serie, si Dios nos lo permite.