El Islam y la mujer.
Viernes 2 de Noviembre 2007
El Islam y la mujer.
En el Programa anterior mencionamos el estereotipo de la mujer, que viene a través de las enseñanzas bíblicas, con Eva, la causa de todos los males de las Humanidad y un concepto machista; que el Islam no comparte.
Esto ha sido la tónica histórica del Mundo Occidental, que se fue agudizando en los siglos posteriores. La mujer estaba vedada a todo y era señalada como la causa de todos los males y de todas las tragedias.
En lugar de ser aplaudidas por su pureza, fueron generalmente censuradas.
Ya Juana de Asbaje y Ramírez, conocida mejor como Sor Juana Inés de la Cruz, decía en su bello poema de 16 estrofas y un encabezado, lo siguiente:
Hombres necios que acusáis /a la mujer sin razón/,
sin ver que sois la ocasión / de lo mínimo que culpáis/
Si con ansia sin igual / solicitáis su desdén/
¿Por qué queréis que obren bien / si las incitáis al mal?/
Y más adelante continúa:
Con el favor y el desdén / tenéis condición igual, /
Quejandoos; si os tratan mal / burlándoos, si os quieren bien. /
Opinión ninguna gana, / pues la que más se recata, /
Si no os admite, es ingrata y si os admite, es liviana. /
…Los extremos siempre se juntan…Mencionaremos 2 ejemplos:
El que más se atrasa para pagar cuando debe, es el que cobra con más insistencia cuando le deben y la persona que más critica las actuaciones de los demás; generalmente es la persona que tiene el techo de vidrio más frágil; claro, hábilmente oculto.
Todo ser humano se considera lleno de “virtudes” y le es fácil criticar a su vecino, a su amigo o a su pariente. De allí el concepto Todo el Mundo está loco, menos tú y yo. Aunque a veces, dudo de ti.
El Islam enseñó la Paz y el Amor, la igualdad entre sexos y razas, defendió la Justicia y los Valores Morales; la Libertad Religiosa y de expresión están reconocidas en el Corán y dió Derechos hasta a los animales y plantas.
Fue sin duda el primer defensor de la mujer, la igualó con el hombre, y la honró asegurándole todos sus derechos, cuando en Europa se preguntaban si la mujer tenía alma.
El Islam reconoce que: es un deber para todo musulmán y musulmana buscar el conocimiento. Esto dió lugar a la preparación de la mujer y le dió poder de decisión. Y por supuesto, el derecho de la Herencia y a tener propiedades a su nombre. Esa costumbre era velada en Europa, y tan solo fue posible obtenerlas con los movimientos libertadores laicos del siglo XX.
Y para aquellos que se quejan que su esposa ha perdido sus atributos físicos con la edad, un consejo islámico sería equitativo: ve a verte tú también en el espejo, de cuerpo y sin ropa alguna y ve si tú no has perdido tus atributos también. La mujer de la juventud no se abandona, a no ser que los pleitos permanentes sean intolerantes. El divorcio es permitido en el Islam y la mujer y el hombre divorciado pueden volver a casarse y rehacer sus vidas. Aunque el Islam, es claro al respecto: El Divorcio es lo que a Dios menos le agrada, de lo que permite. De allí que la conciliación entre los cónyuges, siempre es lo más aconsejable.
Muchos creen que ser musulmán, es sinónimo de tener muchas mujeres al mismo tiempo, cuando esto es más bien producto de las sociedades occidentales; donde existe la poligamia encubierta, irresponsable y engañosa.
El Islam que desecha el engaño y la mentira y aborrece esa sociedad de apariencias, prefiere legislarla, encarando la realidad y otorgando derechos, pero exigiendo deberes.
Como lo vemos en el Antiguo Testamento, los antiguos tenían exageración en el número de esposas, siendo Salomón el más distintivo de ellos. En 1 Reyes Capítulo 11 Versículo 3 se afirma que Salomón tuvo 700 esposas y 300 concubinas. El Corán exigiendo responsabilidad y atención, no sólo material, sino tiempo y satisfacción, limitó a 4 el número máximo, en un momento en que la costumbre tenía a exagerar el número, pero aconsejó claramente, que el ideal es solamente 1.
…Fuera de ello no es una obligatoriedad y los deberes y responsabilidades son tan grandes, que más del 90% de los musulmanes, solo tienen una esposa y menos del 10% son polígamos. Estas cifras son iguales en Occidente, solo que al revés.
De allí que podemos afirmar con claridad, que los musulmanes que recurren a la poligamia, son muchísimo menos frecuentes, que los esposos infieles que viven en las sociedades aparentemente monógamas…
Ante eso, hay además otras limitaciones. La Poligamia en el Islam depende del consentimiento de la mujer, lo cual es cierto, tanto de la primera esposa, como de la eventual segunda. Por supuesto que la segunda mujer puede rehusar convertirse en la esposa de un hombre que ya tiene una. En cuanto a la primera mujer, la poligamia depende igualmente de ella. Si la primera mujer exige ser sólo ella; el hombre tiene que renunciar a su derecho de poligamia y por ningún motivo puede casarse con otra, por que sería engañar a su mujer y romper el contrato matrimonial, incurriendo en un delito. Claro podría no casarse con ella y buscar a otra que le acepte ser polígamo; y la presunta esposa, buscar a un hombre que le prometa ser sólo de ella.
…Estas son las reglas claras del juego, donde nadie sale lastimado…
La mujer, al casarse con un musulmán está segura de lo que le ha sido prometido. Si su marido renuncia a la poligamia, será un matrimonio monógamo real (no el común, generalmente de apariencia).
Por otro lado, el hombre tiene que proveer, mantener, satisfacer, cuidar y proteger a su mujer (o a sus mujeres) y a sus hijos, dándoles a todos, su apellido, su ejemplo y patrimonio.
No puede -aún sin renunciar previamente a la poligamia- tener otra mujer y otro hogar, cuando la mujer trabaja para colaborar en el mantenimiento del hogar; o bien, aunque la mujer no trabaje, que el sustento de la casa y su presupuesto, sean insuficientes.
Fuera de ello, no es la poligamia un sistema para ir cambiando las mujeres más viejas por otras más jóvenes; ya que la mujer tiene derechos adquiridos. “Dadle a tu mujer como Dios te ha dado y ella te ha dispensado”.
Los hijos ilegítimos abandonados, sin reconocimiento alguno, el engaño, la paternidad irresponsable; la maternidad dubitativa; las esperanzas truncadas; el temor a lo oculto; la inseguridad, el aborto, las madres solteras; el divorcio; la infelicidad de los hijos, los sentimientos heridos, etc. son producto de esa poligamia encubierta y no reconocida en Occidente.
Nosotros hablamos al principio, de basura debajo de la alfombra. Jesucristo fue más duro al referirse a ello.