La Intolerancia y la carencia de razonamiento
Martes 6 de Marzo de 2007.-
El mundo carece de originalidad, o mejor dicho, la originalidad es de cada día más escasa, ya que por todas partes aparecen las copias. El ser humano ha dejado de pensar por sí mismo y se conforma en pensar con la cabeza de otros. Y esos pocos originales, generalmente abusan de su poder, y llevan al mundo, a su propia destrucción.
La intolerancia va de la mano con la carencia de razonamiento, en sus tres variables tenebrosas: Hay quienes no quieren razonar; muchos que no saben razonar y otros, que no se atreven a razonar. Y a pesar que esto se observa en todos los campos del quehacer humano, hay 2 casos donde se ve con mayor vehemencia: la política y la religión.
El que carece de originalidad; y no se atreve, o no puede o no quiere razonar, se vuelve un creyente ciego; sólo su verdad es absoluta y cualquier duda que le plantean se la resuelve su dirigente, cuya explicación la acepta al pie de la letra. No analiza, ni escudriña nada.
No solo acepta dogmáticamente la “verdad”, (ya que sería simplemente dogmático); si no que también acepta total y completamente, las interpretaciones o explicaciones que otra persona, en la cual confía, le haga, profundizando en la supuesta verdad, lo cual puede llegar incluso a una tergiversación de la misma.
Si a ello, le unimos una gran dosis de intolerancia, tenemos al fanático. Este también es firme en sus creencias, pero no tolera que otro piense diferente a él. Reaccionando muchas veces con violencia, no sólo física sino también ideológica.
Tenemos así en la escala: al creyente dogmático, al creyente ciego, al fanático y al fanático violento.
¡Ese es el verdadero problema de la Humanidad!
Ya lo dijo Winston Churchill: Un fanático es alguien que no puede cambiar de mentalidad y no quiere cambiar de tema.
Todo el mundo cree tener la verdad; cree siempre en su inocencia, el culpable siempre es el otro; no hay la más mínima tolerancia; no se acepta la más mínima crítica, aunque ésta sea constructiva; no se busca dentro de las diferencias ni siquiera un punto tangencial de concordancia; entre acciones de violencia entre 2 bandos; el contrario es el violento y el propio, hace acciones de legítima defensa; sin percatarse de que en un círculo vicioso de acciones y reacciones, los ataques y defensas de ambos bandos, se intercambian permanentemente en el tiempo.
Y estamos peleando por la superioridad de las naciones, de las razas y de las religiones, disputándonos el mejor lugar en un punto espacial llamado Tierra; que a nivel cósmico es casi inexistente y que tan sólo observamos grande porque nosotros somos más pequeños todavía.
Y somos tan insignificantes, pero al mismo tiempo hicimos a nuestro planeta, el centro del Universo; y al ser científicamente desplazado, pusimos al hombre en el centro de la creación, haciendo a Dios, el infinito, a imagen y semejanza del hombre; e incluso afirmando por muchos, que la Tierra, es el único planeta habitado del Universo. Las estrellas y planetas del Universo son como las arenas del mar y los desiertos. Un grano insignificante de toda esa arena es nuestro planeta, girando alrededor de una estrella enana, el Sol; en la periferia de una galaxia marginal, entre los cientos de miles de millones de galaxias existentes
La Humanidad está ciega. Y no me refiero a la ceguera física que se compensa parcialmente con el desarrollo adicional de los otros sentidos físicos; si no en la ceguera espiritual, ciega en todos los sentidos, pensamientos, intelecto y virtudes. Definitivamente al mundo lo están guiando irreflexivamente a su propia destrucción.
Fuera de ello, los últimos acontecimientos políticos en El Salvador, donde se vislumbra una mayor polarización de las fuerzas en pugna. Pero no sólo vemos esta polarización en el ámbito de la política partidista: Lo vemos en todos los estratos, todos los sectores, todas las clases, todas las razas e incluso hasta en la confrontación de género, etc. etc.
Si por nuestro propio carácter y especial iniciativa no nos quieren en otras partes, ¿No sería al menos apropiado empezar a querernos nosotros mismos? ¿O al menos empezar a dejar de odiarnos?.... Muchas veces luchamos más por dañar a un tercero que por obtener ganancias o triunfos para nosotros mismos…
Actuamos como el famoso cuento del envidioso a quien un monarca bondadoso le ofreció concederle un deseo con la condición de darle el doble a su vecino. Toda las probabilidades se volvían onerosos antes la representación mental de la duplicación del premio al contrario. Hasta que se le ocurrió la “Brillante Idea” de pedir un mal, para duplicarlo al otro. Quítame un ojo le pidió al monarca… Somos capaces de dañarnos con tal de dañar más al que debería ser nuestro prójimo…
El ser humano está lejos de alcanzar la perfección; no somos tan evolucionados. Es más, por más evolución que logremos, seremos siempre imperfectos y tendremos que seguir evolucionando en los mundos superiores. Sin embargo, podemos tratar de cambiar, de ser cada día mejores, de buscar el reino de Dios y su justicia; de tratar de hacer el bien y evitar el mal. Como bien dice el refrán: Nadie hace el bien de la misma manera, pero el resultado son la paz y el orden; nadie hace el mal de la misma manera pero el resultado son las perturbaciones. El conde de Rivarol asimismo decía: Lo horrible de este mundo es que buscamos con el mismo ardor el hacernos felices, que el impedir que los demás lo sean. Y Miguel de Cervantes afirmaba: Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición desmedida, que no sea con daño de tercero.
Las naciones más poderosas del Mundo, aumentan su poder en este mundo globalizado, pero al mismo tiempo sometido. Las naciones que le siguen, buscan los puestos que continúan. Y nuestro país minúsculo y reducido, en lugar de tecnificarse y buscar un mejor lugar en el concierto de las naciones, se divide inexorablemente. Y nos seguimos “comiendo” los unos a los otros…
¿Tendremos futuro? Si es así…. ¿De qué clase?...