#41, La delincuencia y la economía: Principales problemas nacionales.
La delincuencia y la economía: Principales problemas nacionales.
21 de Septiembre de 2009
Estamos pensando permanentemente en 2 grandes problemas nacionales, que vienen gestándose y complicándose desde hace mucho tiempo: la crisis económica y la delincuencia. La primera proviene de nuestra misma condición de nación subdesarrollada, aúnada a políticas de desarrollo históricamente negativas y complicadas por una crisis mundial de alcance planetario. La segunda, la delincuencia, que se ha agudizado progresivamente en los gobiernos anteriores, si bien sus efectos, hasta ahora se han potencializado mediáticamente, dando la impresión propagandística de que el flagelo de la delincuencia se ha agudizado con el actual gobierno. Antes, los medios publicitarios silenciaban la crudeza de las noticias, basado en el principio de que la publicación repetitiva y en primeras páginas de los actos delincuenciales, era totalmente negativo e incluso hacían de “HEROES” de película a los delincuentes y manchaban la imagen del país. Muchos en la sociedad civil consideramos valedero este proceder y la excusa esgrimida en ese entonces. Nos extraña ahora que cambiando el gobierno, la nueva política de publicaciones de actos delictivos, cambia radicalmente de proceder; de una información escueta en el pasado, a una publicidad escandalosa; repetitiva y permanente de la delincuencia, que absorve la mayor parte (y la más visible) de los principales medios publicitarios. Este cambio de actitud carece de explicación social, aunque podría explicarse por una posición política. Disminuimos la propaganda negativa con un gobierno afin; y la potencializamos, con un gobierno que no deseamos y que si lo logramos alinear, tan sólo toleraríamos. Los delincuentes salen ahora como artistas, con tremendas páginas a color; con una promoción mediática, sin precedentes; mientras las noticias de una villa de casas gratuitas; una clínica, una guardería; una excavación arqueológica; la instalación de agua potable, y cuanta ayuda humanitaria que se haga; no tienen ninguna cabida; a no ser una pequeña mención en páginas interiores; sobre todo si se trata de una organización no gubernamental, políticamente independiente o no controlada por los grupos de poder tradicional. A esto se une una campaña de desprestigio contra las actuales autoridades del Ministerio de Seguridad Pública y de la Policía; dando cifras delincuenciales de este año, incluyendo los 5 meses del gobierno anterior; hasta con caricaturas racistas o con pedimentos de denuncia o despidos. Que lástima que la anterior campaña de Me Uno por la Paz, se convierta ahora, en la actual campaña que mereciera llamarse: me Desuno, por la lucha política. Es de lamentar que la lucha contra la delincuencia se encuentre influida por intereses partidistas. Todos definitivamente somos parte del problema y deberíamos serlo, unidos, de la solución. En La Prensa Gráfica del martes 8 de sept. 2009, relativo a la Seguridad Pública, Alfredo Cristiani, presidente de ARENA, manifiesta lo siguiente: “Cometimos un gran error en materia de seguridad, la politizamos y se convirtió en sujeto de crítica de unos hacia otros, como si no todos estamos llamados a trabajar en pro de la seguridad”. Y Sigfrido Reyes, vicepresidente de la Asamblea Legislativa y miembro de la Comisión Política del FMLN afirma en ese mismo periódico lo siguiente: “la delincuencia no se a va a resolver dándole tratamiento peyorativo al Ministro y al Director de la PNC”. Yo estoy plenamente de acuerdo con ambos. Y FESPAD manifiesta: “Aunque el problema de la seguridad publica y la delincuencia sigue afectando la seguridad de la población, resultan incoherentes las exigencias de resultados inmediatos, de una realidad que no fue capaz de abordarse adecuadamente en los últimos 20 años”. Tenemos que dar a las autoridades correspondientes un compás de espera y trabajar constructivamente en resolver el flagelo, o al menos lograr su disminución. Esto es tarea de todos y en forma conjunta. En cuanto a los Medios, deberá recordárseles que son efectivamente el 4º poder, y no estar buscando ser parte integrante de los otros poderes. Las fuerzas tienen que estar alineadas para que su resultante sea mayor. Fuerzas opuestas, lejos de aumentar, disminuyen la fuerza resultante hasta incluso nulificarse por completo; para la conveniencia y deleite de los delincuentes.
En cuanto a los problemas económicos, estos tienen que resolverse con una visión de conjunto y una planificación adecuada. Esta es la hora del desafío y el Mundo entero se encuentra en una encrucijada. El próximo futuro será, para cada país, la promesa de un Mundo mejor o el subdesarrollo permanente. Desarrollar un país no es solo aumentar su producto territorial bruto, como un simple incremento estadístico, sino que se produzcan mayores bienes, al menor costo, con utilización racional de productos propios, de la manera más rápida posible, usando nuestros ecosistemas y evitando su destrucción y hacia un porcentaje mayoritario de la población; teniendo como base esencial, la satisfacción de las necesidades básicas y la mejoría en la calidad de vida. El Salvador, al no disponer de riquezas apreciables, no sólo mantiene un P.I.B. bajo, sino que debido a las desigualdades sociales, éste se encuentra mal distribuido. Toda la vida le hemos apostado a un monosistema de desarrollo: en tiempos de la colonia era el comercio esclavo; luego el añil, que devastó todos los bosques de pinos y encinas de la zona norte y centro del país; luego el café, cuyo desarrollo no fue suficiente, si bien, al menos nos evitó desertificarnos, por el casi único bosque que nos queda, aparte de los manglares: el bosque cafetero. A éste se le agregó el cultivo del algodón, que no sólo contaminó con exceso de insecticidas la tierra y el agua, sino que contribuyó a talar la zona costera.
Posteriormente le apostamos a una “industrialización” que como fue diseñada, produjo industrias “fantasmas” que al amparo de la protección fiscal desproporcionada se dedicaron a la última etapa del proceso fabril; recientemente se apostó a los servicios: primero: el sector financiero y últimamente, Turismo. Al menos en el caso del desarrollo agrario, se produjeron empleos masivos; los servicios, no los producen en abundancia. No le hemos apostado a ponerle a nuestras exportaciones, un alto valor agregado.
No sabemos que materias primas disponemos, ni cuales son nuestros recursos; ni sabemos cuales, cuánto, dónde, y cómo obtenerlos y seguimos concediendo exploraciones y permisos de explotación sin saber lo que se exporta o se explota realmente. Contaminamos, y permitimos que se nos contamine, especialmente a los que tienen el poder o el dinero o los contactos adecuados. Deforestamos inmisericordiosamente; botamos residuos al mar, que podrían ser extraídos e industrializados, pero que sólo sirven para contaminar; autorizamos extracciones y producciones altamente contaminantes; ignoramos protocolos internacionales; aceptamos con ingenuidad científica ó por codicia, proyectos ecológicamente nocivos, con beneficios económicos para los productores, no para el país; importamos “petróleo reconstruido” útil para quemarlo pero inútil para industrializarlo; descuidamos nuestro autosuficiencia alimentaria; no sabemos negociar; no controlamos los precios, que suben inmisericordiosamente, a pesar de estar subsidiadas, y permitimos que los productores u operadores, los manipulen; avalamos que los monopolios, con libertad absoluta para fijar precios y con subsidios, declaren pérdidas; perjudicando al Fisco, al usuario y a los pequeños inversionistas. (CAESS es un ejemplo espectacular e inexplicablemente continúa impune); recibimos donativos vencidos; sustancias nocivas; alimentos degradados y contaminados; etc., etc., etc., etc.
Y esto no sólo es la realidad presente… es la realidad histórica y ojalá no sea nuestro destino. Esperemos que el nuevo Gobierno, lleve a cabo un verdadero plan de Desarrollo nacional, económico y social; ya que la ciencia y el poder se vuelven negativos, si se les separa de la justicia y la virtud. Necesitamos de nuestros funcionarios y de todos los ciudadanos, no sólo una incorruptible moral, sino también una profunda sensibilidad social.