449, Superación de la Comunidad Salvadoreña de origen Árabe-Palestino a pesar de los obstáculos
Superación de la Comunidad Salvadoreña de origen Árabe-Palestino a pesar de los obstáculos
Viernes 20 de Noviembre 2009
Superación de la Comunidad Salvadoreña de origen Árabe-Palestino a pesar de los obstáculos.
En la época colonial, las sociedades latinoamericanas se encontraban definidas totalmente. Se mantenían equilibradas, aunque terriblemente jerarquizadas. Por un lado, los criollos, descendientes del poder colonial español, conjuntamente con otros europeos, con los cuales se habían mezclado; fuertemente influidos por las corrientes del positivismo francés, que miraban a lo europeo como sinónimo de progreso, personificado en escala descendente por: Nórdicos, germánicos, anglosajones y luego franceses, italianos, españoles y portugueses; y por el otro, todos los demás.
Esta situación estaba aceptada y reconocida por todos, no sólo por el grupo dominante, sino también por los grupos dominados. Un equilibrio meta estable, pero equilibrio al fin.
Los prejuicios clasistas de la era colonial se mantenían, se aceptaban y se practicaban sin discusión. Era un perfecto paradigma.
A un criollo o a un europeo nunca su nombre podría ir precedido sin el término don (que significa “de origen noble”), aunque estuviera borracho hasta la médula.
En tiempo de la Colonia se usaba también el de caballero (que andaba a caballo), debido a que sólo él podría usar caballo. Al indio o al mestizo se le obligaba a mirar hacia el suelo cuando hablaba con un “caballero”. Con el cultivo del añil ingresó a nuestro país el negro o mulato, no de África, sino de países vecinos y siguiendo la separación de razas impuesta, fue aislado en ghetos, llamados “rancherías”.
Se establecieron así una serie de términos, muchos de ellos en desuso, de acuerdo al % de sangre blanca, india y negra de la población; como: mestizo, mulato, albino, lobo, sambayo, cambujo, chamiso, coyote, tercerón, zambo, etc. ¡una estupidez!...
Mucho después, a finales del siglo XIX y principios del Siglo XX aparecen “el turco” (árabe que emigraba de las tierras del Cercano Oriente: Palestina, Líbano y Siria, con pasaporte Turco Otomano, ya que Turquía dominaba la zona) y el “chino”; distorsionando en alguna medida la estratificación de razas impuesta; y creando cierto resquemor en el grupo dominante, acostumbrado a no tener oposición, con las razas conocidas.
En el caso específico de nuestro país y debido a la discriminación y persecución, el chino prefirió en su gran mayoría, desviarse al resto de países centroamericanos, mucho más tolerantes. El árabe, en su mayoría palestino, permaneció en El Salvador, aunque algunos emigraron a la más amigable Honduras.
El desprecio por todo lo que no es europeo, llevó a las personas a desarrollar ideas racistas y a preconizar una inmigración compuesta únicamente de blancos europeos, de preferencia anglosajones.
Entre más blanco el color de la piel, se es “superior” ¡tremenda equivocación!, pero en el caso de los árabes, emigrantes prácticamente de lugares donde el árabe es básicamente blanco e incluso hay abundancia de ojos claros, el papel racial no fue el único factor a tomarse en cuenta.
El trato despectivo de que pudieran ser objeto, no se debía tanto al hecho de ser “árabes” (o turcos” para el común de las gentes), sino al de ejercer un oficio, el comercio, considerado poco “noble”. El problema sería pues, social más que étnico: se miraba con desprecio al “turco” porque se le identificaba con el buhonero.
Para la mentalidad de “hidalgo”, propia de la alta burguesía, había que vivir de las rentas de la tierra o de los grandes contactos. Ejercer cualquier oficio manual o practicar el comercio, era algo “indigno” o “deshonroso”.
El Árabe y sus descendientes fueron descriminados, como también lo fueron todas las razas no europeas.
El Árabe para superarse tenía que trabajar más allá de lo normal. Todo trabajo por más mínimo que fuera, era una carrera de obstáculos; con un mayor agravante: El grupo dominante competía en una carrera plana, sin estorbo alguno y con favoritismo del árbitro. Si la competencia era desigual: la lucha era titánica, con todas las leyes y decretos negativos de los gobiernos de turno contra ellos. Todos lucharon desde abajo y no se lucraron al amparo del Gobierno; hasta fechas recientes, donde alguno que otro, pudieron accesar a la esfera de poder; pero eso puede considerarse tan sólo excepciones a la regla, ya que el maltrato con la gran mayoría, de parte del Gobierno, era generalizado.
A pesar de que el Gobierno anterior trató de aparentar, de que las cosas habían cambiado, tan sólo fue con algunos; mientras la gran mayoría recibió no sólo el trato negativo de siempre, sino, que peor.
Tiempo es ya de dar un salto de calidad, para que se respete a todos los miembros de nuestra Colectividad; para que la tendencia a la discriminación de nuestra raza o a la tierra de nuestros ancestros, no siga siendo una política gubernamental; para que a la hora de señalar actitudes adversas o negativas de algún miembro de nuestra Comunidad, su origen no sea una situación agravante; para que todos y digo todos, no solamente algunos, puedan acceder con igualdad de oportunidades a competir de acuerdo con la Ley.
El cambio gubernamental hace el momento propicio. Como Goethe decía: Cada momento es único y yo agrego: ¡Este es el momento!
Volviendo a la Historia:
El árabe no vino a América como conquistador, no obtuvo propiedades ni bienes a la fuerza, no engañó a sus clientes intercambiando espejitos y vidrios coloreados por oro, ni obtuvo éste, matando o esclavizando a sus legítimos propietarios.
No robó tierras, ni violó mujeres, ni cercó tierras ajenas, ni se agenció bienes económicos a través del poder. No marginó a otros ni estratificó la sociedad; y soportó persecuciones, como aquel edicto vergonzoso en la década de los 30, cuando el entonces General Hernández Martínez, por orden, suponemos, del grupo dominante de ese entonces, prohibió su entrada.
“se prohibe la entrada al país, a negros, chinos y árabes (a los comúnmente llamados turcos), aunque vengan de otras latitudes ó con pasaportes de otras nacionalidades”.
He aquí algunos ejemplos puntuales, en el caso de árabes y descendientes de árabes del trato discriminatorio, de los Gobiernos anteriores.
I. El concepto de permitir quedarse a los que están adentro, pero ninguno más, es
parte de la herencia histórica antiárabe de la década de los treinta, donde se prohibía la entrada a nuevos inmigrantes árabes. Esto se sigue viendo con inusual dureza. Existe una dificultad extrema para la obtención de visas para palestinos, quizá por temor a que inyecten sangre nueva a la comunidad salvadoreña de origen árabe palestino. Si hemos sido tan exitosos… ¿Por qué no la promueven en vez de restringirla? De todas formas, el temor es insólito e ilógico, cuando se manifiesta también para Visas de Turismo de 30 días.
La Visa de Turismo para palestinos, libaneses y sirios está considerada como Nivel CC (el peor nivel de obtención de Visa), tanto para pasaportes ordinarios, como para pasaportes Diplomáticos y Oficiales.
II. Si obtener la Visa anterior, otorgada por el Ministerio de Relaciones Exteriores por
un periodo máximo de 30 días era difícil, la renovación por un siguiente período en el Ministerio de Gobernación (Migración) resultaba casi imposible. Aún con cartas de apoyo de personas influyentes, a la mayoría de solicitudes de ampliación de la Visa anterior, le seguía una orden de expulsión casi inmediata.
III. Palestinos con muchos años de residir en el País, casados con salvadoreña y con
hijos e hijas salvadoreños, se les ha negado sistemáticamente el pasaporte salvadoreño y la nacionalidad. Incluso era un calvario para poder después de muchos años, tener la tarjeta de extranjero residente.
IV. Negativa de Visas de trabajo para árabes, incluyendo árabes palestinos y de
religión cristiana, aunque sean familiares de salvadoreños por nacimiento residentes permanentes de nuestro país.
Con facilidad se daban estas Visas a todo tipo de extranjeros, incluyendo musulmanes, no árabes. En el caso de Árabes, hay ejemplos que 5 años de trámites engorrosos y repetitivos no fueron suficientes, para obtener una visa de trabajo definitiva; a pesar de los respaldos adecuados.
Es cierto que con influencia y apoyo de salvadoreños destacados de origen palestino o vinculados a las esferas gubernamentales, se podían conseguir Visas provisionales. Pero ¿se necesitaba tanto esfuerzo para ello y tantas “conexiones políticas”?, cuando lo correcto era un camino expedito para todos aquellos vinculados con contratos de trabajo con Empresas salvadoreñas, reconocidas y operando legalmente.
V. No reconocimiento de la Autoridad Palestina. Incluso negativa de Visas de entrada por 48 horas a sus diplomáticos y su Gobierno.
VI. Embajada de El Salvador en Israel, en Jerusalén, siendo el último país en el Mundo, en retirarla.
VII. Endurecimiento de las acciones legales, financieras, publicitarias, gubernamentales etc., contra la mayoría de salvadoreños de origen árabe – palestino. Para no entrar en detalles, bastaría hacer una encuesta con todos los miembros de nuestra Comunidad y cada uno contaría su propia historia, o mejor dicho, su historial de problemas.
VIII. Un salvadoreño de origen palestino, acusado de algo, siempre ha tenido garantizado su foto a todo color, con sus 2 nombres y sus 2 apellidos, repetitivo hasta la saciedad, en una campaña publicitaria masiva en su contra, condenándolo mediáticamente, antes de ser oído y vencido en juicio; aunque se tratare de servidores sumisos al Gobierno o al poder tradicional.
IX. Exageramiento de las noticias; tratando de potencializar el lado negativo; o tergiversándolas; o bien manifestando mentiras, o lo que es peor, medias verdades: contra el Islam, los árabes y los palestinos.
X. Tendencia a condenar a toda la Comunidad, por la acción negativa o supuestamente negativa, de alguno. Generalización de lo malo y ocultamiento de lo bueno.
¡Esto definitivamente tiene que cambiar!
No pedimos privilegios ni favores. Demandamos justicia.
¡El Salvador también es nuestro!